Alianza del Pacífico, más vale tarde que nunca
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 11 julio, 2022
Se reinició la negociación para asociarnos a la Alianza del Pacífico. Tuvimos la muy buena noticia de que el gobierno revivió las gestiones que había iniciado la Administración de la Presidenta Laura Chinchilla para llegar a ser parte de ese grupo de integración económica constituido por México, Colombia, Perú y Chile, después de que los dos gobiernos que la siguieron habían abandonado ese proceso por razones ideológicas.
El gobierno del Presidente Rodrigo Chaves y sus Ministros de Comercio Exterior y de Relaciones Exteriores merecen nuestro reconocimiento por esa decisión.
La Alianza del Pacífico surgió con la Declaración de Lima de 2011 en la que se establece que su intención es “alentar la integración regional, así como un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad” de las economías de sus países, y “avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas”.
La Alianza del Pacífico es “un mecanismo latinoamericano innovador, flexible y visionario, con metas concretas, claras y coherentes”. Doce años después de su establecimiento es considerado uno de los procesos de integración más exitosos de América Latina, y cuenta con 55 naciones observadoras y 4 países que negocian para llegar a ser Estados Asociados.
Para Costa Rica es especialmente importante formar parte de este grupo y fue una verdadera pérdida de oportunidades haber interrumpido el proceso iniciado en la Cumbre de Cartagena de la Alianza en febrero de 2014, cuando se firmaron los protocolos para iniciar el proceso de ingreso como miembro pleno. Ya desde 2012 Costa Rica era miembro observador.
Cuatro razones me parecen fundamentales para considerar muy beneficioso el reinicio de la negociación para ser miembro pleno de la Alianza del Pacífico.
La primera razón es el alto desempleo que a pesar de su recuperación aún tenemos y la falta de puestos de trabajo.
Ciertamente hemos recuperado en desempleo, pues la Encuesta Continua de Empleo de mayo recién pasado nos indica se ubica en 12%. Pero el 12,2% de febrero 2020 antes de los terribles efectos de la pandemia era inaceptablemente alto.
La situación de empleo es aún peor. Ha bajado la tasa de ocupación, menos personas en el mismo grupo de edad tiene trabajo. En efecto en mayo de este año hay 69.385 personas menos ocupadas que hace dos años y tres meses.
Esto se da porque ha disminuido en 4 puntos porcentuales la proporción de personas que tienen trabajo o buscan trabajo (la tasa de participación laboral), que cayó de 63,9% en febrero de 2020 a 59,9% el pasado mayo.
Si se hubiera mantenido la tasa de ocupación habría hoy día 204.328 personas más con empleo.
Esta grave circunstancia social hace de la creación de empleo una de las herramientas más importantes de la justicia social, sino la más importante. Abrir mercado para nuestras exportaciones es por ello una tarea encomiable. La Alianza del Pacífico nos amplía el mercado de sus miembros con mejor acceso al actual, y se trata de un mercado de 229.890.848 habitantes que representa aproximadamente un 40% del PIB de América Latina.
En segundo lugar, la Alianza del Pacífico es un mercado en el cual podríamos colocar productos similares a los que exportamos hoy al Mercado Común Centroamericano (MCCA) y a sus países integrantes con los que ya tenemos tratados de libre comercio. Estos productos son elaborados por nuestros sectores productivos del área comercial más tradicional, no por los regímenes especiales de comercio. Es en estas fábricas adonde se pueden colocar con mayor facilidad los trabajadores que no tienen hoy ocupación por las olas de empobrecimiento que hemos sufrido. Esto hace desde hace ya muchos años muy provechoso acceder a la Alianza del Pacífico.
Una tercera razón radica en los riesgos que vivimos en nuestro apreciado MCCA. Desde hace dos años Panamá nos ha cerrado el ingreso a productos lácteos, cárnicos de res y de cerdo, fresa, piña, plátano, banano y tomate. Se argumentan causas fitosanitarias tan poco fundamentadas como las que Costa Rica usó como pretexto contra el aguacate mexicano. Es un conflicto que no se ha podido resolver por negociación bilateral y ya está en el sistema de solución de controversias de la Organización Mundial de Comercio. Y bien sabemos los riesgos de acceso su mercado y de tránsito hacía el Triángulo Norte que representa el Gobierno de Ortega y Murillo.
Finalmente, la cuarta razón. La Alianza del Pacífico es un área de libre comercio que busca “crear articulaciones de coproducción y acumulación de origen entre los países miembro para acceder a nuevos mercados”, lo cual representa una oportunidad para que Costa Rica se integre aún más en las cadenas regionales de valor. En especial y por las vinculaciones de sus actuales miembros plenos con las cadenas de producción integradas con Asia, esto nos permite acercarnos al Acuerdo Transpacífico TPP. Este acuerdo firmado en 2028 después del retiro de EEUU de su negociación por decisión del Presidente Trump, comprende a Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Singapur, Perú y Vietnam. Estos países cuentan con el 7% de la población del mundo (495 millones de habitantes) producen el 14% del PIB mundial, realizan el 15 del comercio internacional y reciben el 13% de la Inversión Directa Extranjera.
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