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Lunes, 16 de diciembre de 2024



FORO DE LA CONSTRUCCIÓN


Causas de los recortes en Educación

Inés Revuelta Sánchez [email protected] | Martes 19 noviembre, 2024


Inés Revuelta


Cada año cuando se realiza el ejercicio democrático de formular, revisar, discutir y aprobar los presupuestos públicos, surge una interrogante válida, legítima y con muchas aristas para su respuesta. Me refiero a, ¿cuál es el impacto de los recortes en el presupuesto público destinado a la educación?

En primera instancia, para quienes somos educadoras y educadores, cada año nos convoca el espíritu de defensa de lo más sagrado, tanto para el desarrollo humano, social y económico como para la dignidad humana y eso tiene que ver con la defensa del Estado Social de Derecho.

Comienzo indicando que en el sistema educativo está reflejada la dignidad humana. Esta tiene que ver con la adquisición del conocimiento que nos hace libres, despierta el sentido crítico, nos saca de las cavernas y nos permite vernos a la luz de los acontecimientos cotidianos, comprenderlos y reaccionar ante ellos con sentido patriótico.

Por eso, quitarle recursos a la educación es una forma directa de afectar la consciencia de cada niña y cada niño, adolescentes y juventudes a lo largo y ancho de Costa Rica. Es menoscabar la dignidad humana en su base más sublime: el aprendizaje. Limitar el aprendizaje es condenar a la persona a un futuro incierto y sin duda oscuro.

Para su desarrollo integral, el ser humano requiere de una educación de calidad que se mide, no solo por los contenidos, la pedagogía y la didáctica, sino también por la preparación de las maestras y maestros, de las profesoras y profesores, por su compromiso con la enseñanza–aprendizaje y por el cultivo de los más altos valores humanos de convivencia. Se mide, además, por la infraestructura, los materiales, los laboratorios, el acceso a la tecnología y a bibliotecas virtuales, la robótica y la inteligencia artificial. Se mide, transversalmente, por la ausencia de violencia en los espacios educativos y por la erradicación del hambre y la desnutrición, la cual afecta todavía a más del 10 % de las niñas y niños en edad escolar.

La niñez y la juventud necesitan de plenas garantías para su desarrollo humano y esas garantías están en un sistema que desde el preescolar hasta el universitario cuente con los recursos para su funcionamiento; pero, de igual forma, garantice el cupo y el acceso de todas las personas sin distingo de condición social a un centro educativo. Una persona, sin distingo de edad, en las aulas, es una persona menos expuesta a caer en las redes de la delincuencia común, del crimen organizado o del tráfico de drogas.

Otro aspecto relevante: la educación representa el pilar sobre el cual se sustenta el Estado Social de Derecho, debido a que orienta sus recursos hacia el desarrollo humano inclusivo y equitativo. Apuesta por el derecho, como una garantía procesal de respeto a nuestra autodeterminación, al cumplimiento de los derechos y deberes cívicos.

La base del Estado Social de Derecho es el respeto de los derechos humanos, y la educación es un derecho inalienable. Una educación en la cual todas las personas seamos tratadas con respeto, tanto por los contenidos educativos como por el entorno de aprendizaje. Una educación que respete nuestra normativa, que nos enseñe a vivir en sociedad, que construya conocimiento, paz y convivencia pacífica. Que inculque el respeto por sus instituciones y confíe en que todos los actos y procesos estén sometidos al marco de la ley, como garantía de igualdad y justicia social.

Por último, la educación es el cimiento de la democracia. Para vivir en una democracia, se requiere de participación activa e informada y eso se forma en valores educativos. La educación despierta el sentido crítico para dialogar, consensuar y disentir en sociedad, estos son los principios del fortalecimiento democrático. No es la voluntad de las mayorías avasallando y atropellando a las minorías, especialmente arrebatándole sus derechos.

La democracia es un mínimo de común acuerdo, donde predomina el bien común superior por encima de los sectoriales o personales. Las mayorías han acabado con regímenes democráticos e instalado dictaduras autoritarias que luego socavan los derechos humanos, las libertades y la capacidad de elección. Por eso, la democracia es en sí misma y debe ser preservada como una escuela de formación de ciudadanía informada, luchando por la justicia social, la tolerancia, la convivencia pacífica y la igualdad de oportunidades, así como por la inclusión diversa de todas las poblaciones y la lucha frontal contra toda injusticia social como lo son la pobreza y la violencia estructural.

Imposible no mencionar aquí lo indicado en el recientemente publicado Informe del Estado de la Nación 2024 (Programa Estado de la Nación, CONARE), con relación a que “…la inversión pública en educación y salud en nuestro país muestran el deterioro más significativo en el 2023, tanto en términos totales como por habitante. La inversión educativa es la que muestra la mayor pérdida real en el 2023: -1,6% por persona, recorte que afectó a todos los niveles educativos(principalmente preescolar, primaria y universitaria). Los incentivos para estudiar fueron los más perjudicados (-11%), especialmente las becas y transferencias monetarias condicionadas.” Estos recortes implican mayor oscuridad en el ya existente apagón educativo; el oscurantismo nos invade. Un pueblo que no se educa, es un pueblo ignorante que no medirá sus decisiones con la mente sino con la fuerza; y muy probable y trágicamente, lo hará al margen de la democracia.

La educación construye la base sólida de principios y valores sociales, los cuales son esenciales para vivir en democracia. Nos garantiza una vida futura en dignidad, fuera de la manipulación y la ignorancia en la cual nos quieren atrincherar los sistemas autoritarios. Recortar los recursos para la educación es una forma solapada de impactar la dignidad humana, el Estado Social de Derecho y el Sistema Democrático.







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