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El nuevo significado de “mujeres cabronas”

Marilyn Batista Márquez [email protected] | Miércoles 04 octubre, 2023


Si ustedes buscan la palabra “cabrona” el en Diccionario de la Real Academia Española, leerán varios significados, como “dicho de una persona, de un animal o de una cosa que hace malas pasadas o resulta molesto”; se refiere a “una persona experimentada y astuta”; persona “disgustada, de mal humor o de mal carácter”.

Hace unos días publiqué en mi Facebook e Instagram una foto con la siguiente descripción: “La vida me ha permitido conocer a grandes personas como Emma: resiliente, inteligente, divertida y cabrona”. Mis amigos y amigas en redes entendieron el significado de la palabra, y por supuesto que Emma se sintió halagada.

Cabrona es una palabra que nada tiene que ver con la hembra del cabro. Se trata de mujeres de recia voluntad y determinación, que se respetan a si mismas, defienden en forma racional sus posiciones, son sinceras, independientes, combativas y empoderadas. Con ellas no hay puntos medios ni aguas tibias, o se aman o se odian.

Entonces, con el nuevo significado de mujeres cabronas, voy a hacer mención de algunas de estas féminas -muy abundantes y necesarias en el mundo-.

Iniciemos con Margaret Thatcher, una cabrona superlativa; temida, odiada, respetada y admirada. Fue capaz de “liberar” al mercado laboral, reduciendo el poder de los sindicatos e impulsando una transformación económica del Reino Unido, con base a la otrora odiada privatización, que deshizo varios monopolios públicos. En contraposición a estas medidas poco populares, su gobierno aprobó una ley que otorgaba la posibilidad a millones de familias de comprar las casas en las que vivían como arrendatarios; abrió el “cerrado club” de las tradicionales casas financieras de Londres que operaban en la bolsa y los mercados de bonos, e inició (y lideró) la bronca entre su país y la Unión Europea, que culminó diez años después de concluir su gobierno, con el “brexit”.

Una cabrona suprema fue Ruth Bader Ginsburg, la abogada y jurista estadounidense, que fugió como jueza asociada de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Gracias a sus argumentos en seis casos (ganó cinco de ellos) de discriminación de género ante la Corte Suprema -entre 1973 y 1976-, esta mujer de apariencia frágil, expulsó la discriminación de género en importantes áreas del derecho de su país, con impacto en otras naciones.

Fue la autora de la opinión que anuló la política de admisión exclusiva de hombres en escuelas militares, el cambio del uso de la palabra “género" en lugar de "sexo" en las leyes y cortes; la igualdad financiera en la administración de bienes, la igualdad salarial y salario justo en el trabajo, y hasta logró que se dictaminara que la enfermedad mental es una forma de discapacidad cubierta por la Ley de Estadounidenses con Discapacidades de 1990.

La arquitecta iraní Zaha Hadid, es otras de mis cabronas preferidas. Para sobrevivir en una profesión dominada por hombres y ególatras, y defender sus proyectos pioneros que cambiaron la visión de la arquitectura, tuvo que enfrentar con rudeza la defensa de sus diseños. En España, armó un zafarrancho con el traductor -ante un auditorio abarrotado de espectadores- cuando consideró que él no hacía correctamente la labor de traducción, al exponer su proyecto Casa de la Historia, en La Coruña. Ella hablaba inglés…nada de español.

Antes de morir -y sin verlos construidos-, diseñó dos importantes y polémicos proyectos. El primero, uno de los estadios nacionales para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que ganó participando en un concurso. Renombrados arquitectos japoneses criticaron en forma viperina su obra. Ella los llamó sutilmente hipócritas, “perdedores” y xenofóbicos, al asegurar que "no quieren que un extranjero construya en Tokio un estadio nacional. Por otro lado, todos tienen trabajo en el extranjero… el hecho de que perdieron es su problema, perdieron la competencia…”

El otro polémico proyecto, fue el estadio en Qatar, Al Wakrah, presuntamente inspirado en el “dhow”, que es una embarcación a vela tradicional de esa región, pero para muchos se asemeja a una vagina. Imagínense la controversia que suscitó un edificio con parecido a una parte del aparato reproductor femenino, en un país en donde la religión predominante es el islam, con una población ¡98 % musulmana!

Concluyo mis ejemplos de mujeres maravillosamente cabronas, con la insigne Gabriela Mistral, descrita por Juan M. Filartigas como “Sencilla, sin gracia, ni coquetería, impone su tranquila superioridad intelectual que, en el devaneo de la charla, acentúa sus palabras con un dejo de displicencia. Su frente amplia, sus pupilas claras, su boca dolorosa y sensual, su cabello liso, su porte recio, sus ademanes fríos. He aquí a la mujer fuerte de la Escritura, sin asomos de perturbadora feminidad, segura de sí misma, impasible ante la apariencia”.

Se cuenta que doña Gabriela, en uno de los últimos viajes que hizo a Chile, debido al retraso en un almuerzo (era la invitada principal), se levantó de la mesa al inicio del servicio del primer plato de comida -no sin antes pedir disculpas a las autoridades administrativas, civiles y militares- y se retiró para reunirse con estudiantes de escuela primaria y maestros en un lugar colindante al evento. Ella era tan sencilla, como sincera y osada.

Todas las cabronas que he mencionado, son mujeres extraordinarias y de alto perfil público, que han fallecido hace muchos años, las cuales honro y admiro profusamente.

Jamás hay intención de ofensa o displicencia hacia ellas en el pronunciamiento de este adjetivo, todo lo contrario, espero que al leer esta columna las y los lectores piensen -y hasta pronuncien en voz alta- el nombre de mujeres extraordinarias que existieron y que existen en nuestro país, en la asamblea legislativa, casa presidencial, universidades, cámaras, sindicatos, instituciones financieras, organizaciones no gubernamentales y muchos otros sectores en donde al oírlas hablar, actuar, desenvolverse, defenderse, caer, levantarse y reivindicarse, ustedes han dicho “Esa mujer es una cabrona. !Mis respetos!

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