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El tren eléctrico: Una inversión hacia la nueva normalidad

Carlos Manuel Rodríguez [email protected] | Martes 02 junio, 2020

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En días recientes ha sido noticia del interés de los ciudadanos que el proyecto del Tren Eléctrico de Pasajeros ha concluido las etapas de estudios de factibilidad, ingeniería de valor, factibilidad financiera, valoración ambiental preliminar y que habiéndose negociado el financiamiento con el Banco Centroamericano de Integración Económica pronto va a la la Asamblea Legislativa para su discusión.

Esta magna obra ofrecerá a sus usuarios una opción de transporte público moderno, totalmente eléctrico, cómodo, seguro, eficiente, cero emisiones de carbono y ambientalmente responsable donde conectará a 15 cantones del Gran Área Metropolitana de las 4 provincias más pobladas del país y su trayecto será de doble vía sobre 84 kilómetros en el derecho de vía actual. Brindará servicio por al menos 18 horas al día, los 7 días de la semana, con frecuencias de 5 minutos en hora pico para días laborables. Tendrá una capacidad de 600 personas por tren y espera transportar más de 150.000 personas por día, y más de 50 millones de pasajeros al año.

El recorrido incluirá secciones desniveladas tanto elevadas como subterráneas para los principales centros urbanos y en puntos de alto tránsito vehicular con un diseño de trenes que reduce significativamente la contaminación sónica y atmosférica además del desarrollo de importantes áreas verdes que le darán al GAM espacios naturales urbanos utilizando la bella y variada flora autóctona costarricense.

Además, contará con 46 estaciones, al menos diez de ellas serán nodos de integración intermodal. Esta nueva columna del transporte será el primer paso para tener un sistema de transporte público intermodal, que permitirá una mayor articulación del sistema de transporte, y en el que podamos integrar también las paradas de buses, taxis, bicicletas y medios de movilidad no motorizada. Estas estaciones serán puntos de intercambio para que las personas puedan bajarse del tren y tomar un bus, un taxi o una bicicleta, o por el contrario, dejar su medio de transporte y subirse al tren.

En el contexto actual de la pandemia y la determinación de acciones para reconstruir nuestra económica esta inversión pública es no solo transformadora en sus objetivos hacia el desarrollo de un nuevo paradigma de la movilidad, sino que es ideal para la recuperación y reactivación de la economía del país y generación de empleos. En concreto la inversión para el Tren Eléctrico será una inversión de $1500 millones en concesión de obra pública a través de una licitación internacional para su construcción y operación por 35 años donde el crédito de $550 millones con el BCIE es el punto de partida. Este crédito tiene condiciones financiaras favorables para el país a un plazo de 25 años con un periodo de gracias de 5 años lo que supone que no será una carga fiscal fuerte en momentos que el país pasa un momento fiscal complejo. Por lo tanto este crédito no incrementara el estrés fiscal actual. Es importante mencionar que como los recursos del banco fueron aprobados únicamente para financiar el proyecto específico, así se establece en el artículo 1 del contrato de préstamo, no pueden ser destinados para otras necesidades que el país tenga.

Definitivamente esta obra será un pilar de la reactivación económica ya que generará encadenamientos productivos con otros sectores de la economiza como el turismo, comercio, industria alimentaria y manufacturera y sobre todo al sector construcción. Potenciara el desarrollo urbano de las zonas en que transitara y habrá una plusvalía de las propiedades inmuebles pero sobretodo impulsara actividades económicas locales al integrar la modernizada en el transporte con las aspiraciones sociales y ambientales de las comunidades.

De acuerdo a los estudios de factibilidad financiera esta inversión tendrá una tasa de rentabilidad de alrededor del 22% y sus beneficios económicos netos a valor presente serán superiores a los $3000 millones al bajar la factura petrolera, contribuir a la descarbonizacion, ahorro en tiempos de desplazamientos, reducción de accidentes de tránsito, mejora en la calidad del aire, mejora en la calidad de vida y disminución costo a la CCSS por la atención de enfermedades respiratorias asociadas a los altos niveles de contaminación en la GAM.

Hoy que se habla de cómo determinar objetivos y acciones para sobreponernos de esta crisis humanitaria y económica que la pandemia global ha generado, es importante que entendamos que no podemos volver a la “normalidad” cuando esta era en si el gran problema de nuestra sociedad contemporánea. Estas acciones económicas por desarrollarse tienen que estar fundamentadas en el reconocimiento de que el modelo económico y la política de desarrollo, ese que le llamamos “la normalidad”, ha sido un modelo dispar y excluyente socialmente con altísimos costos ambientales donde el sistema de consumo y producción ha superado los límites planetarios de contener la contaminación y la destrucción de la naturaleza al aspirar a un crecimiento ilimitado y la optimización de las ganancias a costa del capital social y natural del planta.

Por lo tanto debemos plantearnos, en la recuperación económica post-pandemia, objetivos que nos aceleren a avanzar hacia una sociedad más inclusiva, con mejor calidad de vida y de empleos verdes basados en la descarbonización, las nuevas tecnologías, la digitalización, la descentralización y el ecoturismo en verdadera conjunción con el entorno natural. La inversión de los costarricenses para tener un sistema de transporte publico eficiente, moderno y cero contaminación no solo es un derecho sino la puerta hacia la nueva dimensión de la sostenibilidad. Invertir $1500 millones en un tren eléctrico moderno es invertir en un futuro esperanzador, invertir $1500 millones en una refinería como la que se negoció con China o en la aventura petrolera que promueva algunos pocos costarricenses es invertir en el pasado a contrapelo de la modernidad y de las aspiración de los jóvenes costarricenses.

Carlos Manuel Rodríguez

Ministro de Ambiente y Energía

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