FMI: la hora de la verdad
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 22 enero, 2021
Sinceramente
El Gobierno de la República ha entrado en la recta final de la negociación por un préstamo con el Fondo Monetario Internacional para fortalecer su difícil situación fiscal y de flujo de efectivo.
Muchas personas sienten desagrado por tal acuerdo de préstamo por las obligaciones a las que está sujeto. Estas condiciones caen en el área de orden, eliminatoria de desperdicios y duplicaciones y claro está en la reducción del gasto.
Algunos repiten que el problema del déficit fiscal radica no en los salarios y pluses, incentivos y anualidades, pensiones y privilegios de quienes trabajan para el gobierno. Llevan razón al señalar que ese aspecto no es la única causa del déficit y que el pago de los intereses es cada vez más importante y compite en importancia con las pensiones, salarios, pluses y demás erogaciones para cubrir las obligaciones personales. Lo que no dicen es que los intereses resultan de las deudas que se han contraído desde hace años para poder pagar esos sueldos y salarios, pensiones y duplicaciones que aquejan al erario. Las deudas siguen creciendo debido a que los ingresos tributarios no alcanzan para pagar todo el gasto fiscal. Este año 45% del presupuesto será pagado con impuestos y el 55% será pagado con deudas. De allí que los intereses crezcan de manera muy preocupante.
Este préstamo con el FMI busca cambiar deuda cara por deuda menos cara y con plazo más largo. Este préstamo solicitado busca que el gobierno no caiga en insolvencia y suspensión de pagos. Nada sería más grave para el país que caer en dicha suspensión y que nadie preste al gobierno que tiene un presupuesto financiado con deuda en el 55%. ¿De dónde van a salir los recursos para pagar ese 55% si nos dejan de prestar? ¿Estaríamos dispuestos a subir los impuestos para cubrir ese 55% financiado con deuda? Eso significaría más que duplicar los mismos.
Este préstamo con el FMI es un amargo purgante. Es una medida dolorosa ya que nos obligará a hacer cosas que podríamos haber hecho antes con un costo de ajuste menor, pero el país prefirió “el manejo heroico” de las finanzas públicas, aumentos del presupuesto sin ingresos tributarios suficientes y pedir prestado para seguir gastando.
A nadie le gusta que le vengan a decir desde fuera cómo poner orden en la casa propia. A nadie le gusta que le recuerden desde fuera los errores, los abusos, las malas prácticas con que se han estado manejando las finanzas públicas. ¿Pero hay alguna alternativa? Algunos señalan que la moratoria es la salida. Que dejar de pagar intereses a la deuda pública interna es la solución. Pero es sabido que esto paralizaría el sistema financiero, afectaría las pensiones de IVM, crearía problemas intensos a los bancos del estado y de rebote a los ahorrantes. Los bancos prestan el dinero de sus clientes. Los recursos de los fondos de pensiones no son de la CCSS ni de otras instituciones sino de los cotizantes. ¿Querríamos enfrentar la suspensión de pagos también de pensiones y de intereses y principales de los certificados de depósito de los ahorrantes? Estas soluciones propuestas por quienes desean conservar salarios y pluses, pensiones y anualidades están dirigidas a preservar el problema y no a buscar la solución. El problema le explotarían en la cara rápidamente a quienes las tomaran.
Es el momento de la verdad. Para servir el flujo de efectivo del Gobierno y cumplir con los pagos de la deuda pública nacional o aceptamos este préstamo con obligaciones serias e interés bajo y largo plazo o veremos la situación fiscal empeorar y posiblemente estrangularse el flujo de caja del Gobierno.
Es la hora de la verdad. Se acabó la fiesta y los que se pegaron el jolgorio y vivieron la parranda deben pagar la cuenta. Claro que quienes no estaban en ese fiestón deberán pagarla también. El gobierno busca no hacer mucho, no está por despedir a nadie, no quiere hacer reforma del estado por no afectar a su partido electoralmente. El Poder Ejecutivo busca, claro está, hacer recaer en la Asamblea Legislativa el peso del costo político y las culpas del ajuste.
Espero sinceramente que las decisiones no estén marcadas de ocurrencias y que sigan la línea del rigor económico y fiscalista. Hay que enfrentar el problema de frente y con decisión. Este préstamo no es una solución sino un parche. La reforma del estado y las variaciones legales que generan el gasto y las obligaciones fiscales en su origen ambas deben de llevarse a cabo. Para quienes desean que no se paguen los intereses hay una salida muy dolorosa, quizás más dolorosa que este préstamo cual es la venta de activos estatales. ¿Estarían dispuestos a vender cosas para reducir el nivel de deuda que llegará este año al 80% del PIB? Ya esa respuesta la tiene el país: NO están dispuestos. Debemos entre todos llegar a un compromiso que sea efectivo, definitiva la solución y de la menor afectación para todos. Polarización y extremismos, ocurrencias y dogmatismo no nos llevarán más que a situaciones peores y más extremas.
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