Herediano sobrevivió atacando para defenderse
Gaetano Pandolfo [email protected] | Viernes 20 diciembre, 2024
“La mejor defensa es el ataque”.
Esta frase está tomada de la obra 'El arte de la guerra', que suele atribuirse al general, estratega y filósofo chino Sun Tzu.
Cuando Mariano Torres le clavó al portero Anthony Walker el 2-0 en favor del Saprissa en el descuento del primer tiempo, camino al vestuario con su equipo contra las cuerdas, Jafeth Soto la habrá recordado y la puso en práctica en la segunda parte.
Esta decisión táctica de atacar para defenderse le salvó el partido, pudo sostener el 2-0 en contra, pero el 3-0 del juego de ida en favor de su nómina le daba el pasaporte a la final.
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Para quitarse tres goles de encima, José Giacone, técnico del Monstruo, puso en práctica un viejo argumento de varios de sus antecesores: poner a la torre humana Kendall Waston de 9. Buscar la cabeza del gigante con pases largos, los tiros de esquina y libres y quizá la zurda mágica de Mariano Torres podía completar el resto.
¡Dicho y hecho!
Waston abre la cuenta en el minuto 33, con furibundo remate de cabeza y Mariano aumenta al 2-0 con mágico tiro libre.
La multitud morada ruge, las gradas del coloso de Tibás vibran, la Ultra enloquece.
Quedan 45 minutos para meter un gol y empatar la serie. Un Herediano atrincherado y desordenado no presentaba mayor peligro. Predominaba el color morado.
En el reposo, Jafeth ordenó los pasos tácticos correctos. Encerrarse a defender que no entre un gol era entregarle la pelota al enemigo y soportar un asedio de pésimo presagio.
Mejor atacar para alejar la pelota de los predios de su retaguardia.
Marcel Hernández entra de 9 en lugar del Tepa González que fue un volante defensivo más. Darryl Araya asume el carril izquierdo defensivo con órdenes concretas de atacar y en el otro costado, Haxzel Quirós se dispone a volar por su flanco.
Allan Cruz y Elías Aguilar dan dos pasos al frente en lugar de cuatro para atrás y Andy Rojas se suelta a jugar en ataque.
El partido cambia su rostro, Saprissa ya no es dueño del balón, se cortan los circuitos hacia la cabeza de Waston y los defensas Anderson, Escobar, Mora y Guzmán, ahora tienen que defender en lugar de atacar.
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El reloj camina, sigue su curso, al Saprissa se le agotan los 45 minutos, el 2-0 a su favor se convierte en un gigante que no resuelve nada. No sirve, no alcanza y cuando Adrián Chinchilla de muy buena actuación pita el final, el saprisismo resignado acepta que no será pentacampeón nacional.