Lienhard Wolf
Humberto Pacheco [email protected] | Martes 08 enero, 2013
En este cuarto de siglo NUNCA lo hemos escuchado quejarse de que tiene mucho trabajo ni de que las normas lo agobian. Las cumple todas con orgullo
TROTANDO MUNDOS
Lienhard Wolf
Hoy queremos referirnos a un héroe suizo. No es un reconocido literato, banquero ni industrial sino uno de esos que en inglés se conocen como unsung. No sacó a nadie de un edificio en llamas ni nadó entre cocodrilos a rescatar un niño. Lieni, como lo conocemos desde hace más de un cuarto de siglo, se limita a ser un ciudadano cabal. En él admiramos las virtudes que quisiéramos ver en nuestros compatriotas.
Lo conocimos como profesor de la escuela de esquí de nuestro pueblito Klosters hace 27 años. La prudencia y el desconocimiento nos hicieron pensar que necesitábamos alguien que no solo nos enseñara a esquiar bien, sino que nos guiara y tomara las riendas si se diera una emergencia. El tiempo de respuesta en la nieve es vital.
A muchos ticos les parecerá que la vida y conducta de Lieni no lo hacen un héroe. Disentimos enfácticamente. Durante más de un cuarto de siglo, en el invierno boreal nos ha acompañado a las montañas desde las nueve de la mañana. Para entonces, como es un verdadero ganadero, ya ha ordeñado personalmente su hato de unas 50 vacas, les ha limpiado la lechería y les ha dado de comer… él solo.
Este fin de año Lieni llegó en un carro nuevo viejo, un bonito pero usado Mitsubishi. Como varias veces en este cuarto de siglo, las bromas se hicieron presentes, así como la simple respuesta de “me llegó la carta”. El texto de esa carta, en pocas palabras, es que “su carro cumplió su ciclo y debe ir al botadero”. Detrás de ésta presuponemos “ya pronto COMENZARA a contaminar y sus frenos y dirección pondrán en peligro la vida de alguien”. Las llantas ni las mencionan porque apenas éstas llegan a la raya de alerta, los suizos las cambian.
Lieni, de acuerdo con la carta- nada de mi “chunchito”- no permitiría que su auto usado (en perfecto estado de mantenimiento) pudiera afectar a sus hijos o a otros. Y no es que con el entierro le llega- pobreciTICO Lieni- un cheque (les suena el “nos tienen que dar”?). No, él sabe que este ciclo se dará cada cierto tiempo y para eso empieza a ahorrar el día uno para comprarse el auto que eventualmente será el reemplazo… aunque para eso no pueda ir al estadio o a la cantina unas cuantas veces.
Cuando bajamos de las montañas a las cuatro de la tarde, se despide para irse al segundo ordeño, limpieza y alimentación de sus vacas. Luego cena con su familia. En unas pocas ocasiones se excusa de la clase de esquí- que para él no es diversión sino sustento- porque tiene que subir la montaña a bajar quesos de su bodega o arrear ganado que hay que trasladar, nada facilito.
Y en este cuarto de siglo NUNCA lo hemos escuchado quejarse de que tiene mucho trabajo ni de que las normas lo agobian. Las cumple todas con orgullo. Trabajador y responsable- al igual que muchos de sus conciudadanos- contribuye a hacer de su país un ejemplo para el mundo.
Humberto Pacheco A., M.C.L.
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