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COLUMNISTAS


Los últimos treinta años

Carlos Denton [email protected] | Miércoles 14 agosto, 2024


Si dividimos la vida de las personas en tractos de 30 años cada uno, son los últimos (60 a 90 de edad) que ahora están llamando la atención. Cada vez hay más que viven en ese período de tiempo y la sociedad y la economía no estaban preparadas para acomodarlos. Lo ideal sería que los mayores vivieran con autonomía, trabajando en lo de siempre, y disfrutando como nunca de sus vidas.

Los estudios demuestran que para la gran mayoría es una pesadilla sus vidas no por problemas de salud sino por falta de dinero. Muchos terminan como dependientes de sus hijos o acomodados en un “hogar de ancianos” no porque están enfermos sino porque no tienen ahorros y las pensiones no cubren lo suficiente para vivir independientemente.

Hay una especialidad médica para las personas mayores de 60 años que se llama geriatría; seguramente ellos pueden explicar porque se requiere esa disciplina igual como los pediatras que cuiden a niños también pueden. Parte de la razón de la existencia de la geriatra es la ignorancia o falta de tiempo de los “generalistas.” Actualmente si un adulto mayor llega a un generalista y le reporta que tiene un dolor en una pierna le dice “si nada duele a su edad es que no está vivo” y le receta aspirina. A un joven de 35 años dedica esfuerzo para curarle del dolor.

Hay dos grandes cambios que requiere la sociedad frente a la creciente porción de la sociedad que supera a los 60 años. El primero es que hay que cambiar la actitud de los que tienen menos de esa edad. La vida de todos es un producto de lo que uno ha hecho anteriormente. Si todos hicieran ejercicio diario, comieran sanamente, evitaran hábitos que mal tratan el cuerpo que especialmente implica el uso de sustancias ilícitas llegarían a los 60 años para vivir bien por 30 más. Esto también incluye el uso del cerebro. El sofá frente a la TV o el asiento frente a la computadora debería ser muy evitado. Y si tiene que estar frente ponerse de pie cada hora y camine por dos minutos.

El segundo gran cambio es que la sociedad tiene que aceptar que vivir autónomamente debería ser el objetivo de todos. No es un premio “pensionarse.” Pudiera ser una sentencia de vivir mal y morir miserablemente con los hijos que lo han mantenido emitiendo un gran suspiro y gritando “al fin.” Los sindicatos y otros grupos luchan para que no se amplia la edad de la pensión – no hacen mucho esfuerzo para ampliar el monto. Lo ideal sería que una persona pudiera dejar de trabajar y que por unos años recibir el mismo salario de cuando estaba activo. Vivir cinco años cómodamente es mejor que 15 años con hambre y con pena.

La CAJA de Seguro Social fue inventada originalmente para acumular recursos para las personas cuando se pensionaran. Pero los actuarios nunca tuvieron entre sus cálculos tanta gente por tantos años. ¡Que bendición, pero también Que reto?

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