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Más mujeres rurales como doña Luz Haro Guanga

Marilyn Batista Márquez [email protected] | Viernes 13 octubre, 2023


El domingo 15 de octubre se celebra el Día Internacional de las Mujeres Rurales…y qué se yo de las mujeres rurales, si siempre he tenido una vida citadina, acostumbrada al ruido, la contaminación urbana y las edificaciones de cemento.

Por décadas -en mi mente- la vida de las mujeres rurales se reducía a estampas de ellas cargando agua en rústicos tarros, esparciendo semillas sobre la tierra o recolectando verduras, con sus bebés envueltos en tela encaramados sobre sus espaldas.

Vergüenza me da confesar que en mi vida de “privilegiada en la metrópoli” nunca pensé y analicé en forma profusa la extraordinaria e insigne labor que realizan las mujeres en la ruralía, las que conocemos ordinariamente como “mujeres de campo”, hasta que conocí hace unos meses a doña Luz Haro Guanga, una agricultura de Ecuador y lideresa latinoamericana.

Doña Luz trabajó la tierra desde pequeña. A los 14 años, con cuarto grado de escuela, dejó su hogar huyendo del matrimonio impuesto con un hombre que tenía 50 años. A los 35 años, unida al hombre que eligió -y con tres hijos- inició sus estudios secundarios. Más de veinte años pasaron para obtener la licenciatura en Ciencias de la Educación y otros diez años más para alcanzar el título de maestría en Dirección y Gestión Pública. A estos títulos se le unieron varios diplomados en gestión de proyectos, tecnología y desarrollo, y políticas públicas con enfoque de género.

Conocía las cifras de que las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y que son el 43 por ciento de la mano de obra agrícola, pero cuando lo dice una agricultora como esta líder ecuatoriana, y deja claro que sobre ellas recae la erradicación del hambre en el mundo y que comemos gracias a las precarias condiciones de trabajo y de vida de estas, todo adquiere una perspectiva diferente.

Aunque la Organización de las Naciones Unidas y el Banco Mundial afirman que a nivel global las mujeres rurales tienen menos acceso a la tierra, semillas, insumos agrícolas, tecnología y al crédito, en comparación a los hombres, doña Luz explica con detalles vívidos cómo también enfrentan otras carencias, como asistencia sanitaria, educación y toma de decisiones, producto de la discriminación y estereotipos de género.

En muchos países del mundo miles de mujeres que dedican tiempo a la agricultura ¡no reciben salarios! porque el trabajo femenino se considera parte de las ¡labores domésticas!, o sencillamente no es reconocido.

Mientras ellas cocinan, lavan, cultivan, recolectan y realizan tareas domésticas y de cuido, son sus parejas las que reciben la paga; las sortudas, que son receptoras de mezquinos ingresos económicos, lo destinan al sustento y desarrollo familiar.

El gran aporte de las mujeres rurales a la producción y al desarrollo agrícola ha sido invisibilizado durante siglos, pero gracias a mujeres como doña Luz, que luchan por la adopción de medidas que les permitan el acceso a los recursos productivos, el fomento de la educación y la promoción de la participación en la vida pública, mujeres como yo, -que como mucho han sembrado unas plantitas de orégano y de menta en el patio de su casa- se sienten motivadas a unirse a la misión de caminar junto a ellas para eliminar la brecha de género en la agricultura. El primer paso para alcanzar esta meta, es el involucramiento y empoderamiento de las mujeres rurales en las políticas y programas agrícolas, de forma que sean valoradas y visibles en sus respectivos países. Las mujeres que creemos en la igualdad y equidad de género debemos unirnos -con voz y acción- para apoyar acciones afirmativas dirigidas a este grupo, porque es necesario que el mundo tenga más mujeres rurales como Luz Haro Guanga.

Hoy, doña Luz -que siempre se autodenomina como agricultora- es secretaria ejecutiva de RED LAC (Red de Fondos Ambientales de Latinoamérica y el Caribe) y vocal principal de la Red Iberoamericana de Municipios por la Igualdad de Género (RIMIG). A sus 71 años tiene dos objetivos, uno local, en Ecuador, hacer realidad el proyecto de Escuelas de Formación de Mujeres Lideresas Rurales, y el otro internacional, de mundializar la propuesta de la Declaración de la Década de las Mujeres Rurales, con el fin, como lo ha dicho, de “sensibilizar a tomadoras y tomadores de decisión al más alto nivel, sobre la necesidad de reconocer el aporte silencioso de mujeres productoras del campo y el resarcimiento por años de exclusión y olvido”.

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