Provocatio – La Motivación de Asustar
Fernan Gallegos [email protected] | Jueves 17 octubre, 2024
Es común escuchar que una estrategia debe ser realista, ejecutable o incluso segura. Pero como en esta columna nos gusta provocar lo establecido en aras de trascender, les planteo que una estrategia debe más bien retar los recursos actuales y por ende debe sin duda asustar. Pero ese tipo de susto, que emociona, energiza y motiva a una organización a resolver el cómo lograr esa intención estratégica. Nunca una estrategia se debe limitar a buscar lo que se sabe se puede ejecutar. En aras de trascender, se debe reinventar, aprender habilidades y desarrollar capacidades nuevas. Sólo así se crece. Una estrategia que no asuste es estéril y sentencia a una organización a la irrelevancia.
Toda organización, sin importar su industria, geografía, tamaño o antigüedad se ubica en un espectro del posicionamiento competitivo: disruptores (muy pocos si es que los hay); líderes (grupo reducido, establecidos y reconocidos ampliamente por su marca); jugadores o seguidores (grupo amplio con un reconocimiento de marca aceptable pero en su nicho) y por último están los que llamo irrelevantes, no porque no sean buenas empresas que incluso generen buenos resultados financieros, sino porque son irrelevantes en el contexto del reconocimiento en mapa competitivo del mercado.
Usted, estimado lector, si es líder o dueño de una empresa, ya sabe, más o menos por dónde anda su organización en su posicionamiento. Pero el problema no es dónde está o cree estar hoy, es dónde estará en un futuro mucho más digital, ágil y competitivo, que les llegará quieran o no. Si planean conservadoramente y ejecutan bien, tendrán oportunidad de mantener, al menos un tiempo ese posicionamiento. Si plantean un propósito ambicioso y desarrollan la disciplina y foco de ejecución estratégica, podrán fortalecer su posición actual. No es lo mismo ser un jugador cerca de los irrelevantes o uno cerca de los líderes. Es decisión de cada organización cómo asegurar su relevancia y competitividad en ese futuro que ya existe y que su operación tal cual está hoy no sería un jugador y cuidado que tampoco un irrelevante.
Hay industrias cuyas fuerzas competitivas son mucho más fuertes que otras, lo que obliga a sus participantes a resolver este dilema de manera más urgente, pero es en las industrias donde ese nivel de urgencia aún es bajo, donde los participantes pueden subir o fortalecer su posicionamiento anticipadamente, generándoles una ventaja competitiva al menos momentánea. Ganarse ese tiempo no tiene precio. Lastimosamente, en la mayoría de los casos, especialmente en nuestros países, reaccionamos cuando ya es tarde y cualquier iniciativa de mejora es para mantenerse nivelado con la competencia, en lugar de diferenciarse.
¿Por qué nos cuesta tanto? Porque nos consume el día a día. Porque nos cuesta comprometernos con retos que nos saca del confort. Porque nos pone en riesgo demostrar éxito y resultados de corto plazo. Porque no sabemos liderar en incertidumbre. Y un sin número de excusas más. Pero probablemente la que más nos afecta es el miedo a fracasar. Desde niños se nos ha enseñado que el fracaso es malo y por ende le huimos al ridículo que sentimos de la sociedad que nos juzga nuestros fracasos. Preferimos evitar los retos de cambio para evitar el fracaso, sin realizar que al evitar el fracaso también evitamos surgir.
No sé usted, pero yo prefiero estar asustado construyendo algo motivante que asustado de estar en el mismo lugar en el futuro.