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Reflexiones y retos sobre la trata de personas

Natalia Díaz [email protected] | Jueves 24 mayo, 2018


Reflexiones y retos sobre la trata de personas

La trata de personas es un flagelo mundial que atenta contra la libertad y la dignidad humana al violar los derechos humanos de millones de hombres, mujeres y niños en todo el mundo. Esta violencia que opera de manera silenciosa, afecta a nacionales y extranjeros en territorio costarricense, especialmente a aquellos que viven en situación de vulnerabilidad social como la pobreza, la exclusión, la precarización del trabajo, el desempleo y la migración forzada.

Si bien la modalidad más conocida es la trata con fines de explotación sexual, existen otras modalidades cuyo número de víctimas va en aumento como la trata con fines de explotación laboral, mendicidad forzada y otras.

El Protocolo de Palermo  define en su artículo 3 la trata de personas como: La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.

La trata se desenvuelve en el contexto de los actuales movimientos migratorios. Tiene lugar en todas las regiones del mundo y muchos países se ven afectados, como origen, tránsito o destino de las víctimas. Es el tercer negocio ilícito más lucrativo, tras el tráfico de drogas y de armas; sin embargo, es uno de los más invisibles. Las cifras y las estadísticas sobre este tema revelan solo la punta de un gran iceberg, pues en la mayoría de los casos las víctimas no realizan denuncias fundamentalmente por tres razones: el temor basado en amenazas de los tratantes, por no reconocerse como víctimas y por la estigmatización que sufren cuando el entorno social está al tanto de la situación que han vivido. Y es que muchas veces se confunde la trata de personas con la prostitución; esto hace que injustamente se cargue a la víctima con la responsabilidad del delito, como si fuese un “justo merecido”. Inclusive en muchas ocasiones las autoridades proceden con las víctimas como simples infractores de las leyes migratorias; se pone más atención a la parte normativa que a los derechos humanos y se termina condenando por delitos administrativos a quienes han sido vulnerados en sus derechos humanos. El machismo agrava aún más todo lo mencionado.

Es una forma de esclavitud moderna en donde el ser humano se vuelve un objeto comercial, el cual se puede vender una y otra vez (de allí su alta rentabilidad). Si bien es un negocio ilícito, el riesgo de ser descubierto es bajo, reporta altas ganancias y está ligado a otras actividades lícitas que blanquean a este delito como los night clubs, casinos virtuales, bares y otros. Todo esto en muchos casos se da con la complicidad y corrupción de agentes estatales.

Según el Diagnóstico de las Capacidades Nacionales y Regionales para la Persecución Penal del Delito de Trata de Personas en América Central de 2009 emitido por la UNOCD : “Costa Rica tiene una de las industrias de turismo sexual más conocida en todo Centroamérica y es afamado como “paraíso sexual”.

Si bien Costa Rica ha adaptado su legislación para combatir este flagelo, hay una brecha entre el nivel normativo y el nivel operacional, fundamentalmente en la articulación del trabajo interinstitucional, situación que se agrava cuando se dan casos transnacionales, ya que demandan operativos conjuntos y coordinados entre dos o más países. Revisando el Reporte 2017 de Trata de Personas – Costa Rica, de la embajada de Estados Unidos en Costa Rica, podemos ver que nuestro país no cumple plenamente con las normas mínimas para la eliminación de la trata; sin embargo, está haciendo esfuerzos significativos para hacerlo.

Costa Rica tiene un alto flujo de migrantes y turistas. Si bien este hecho es positivo para la economía, aumenta las probabilidades de que víctimas de trata sean explotadas en nuestro territorio. Es importante que tomemos conciencia de ello para ayudar sobre todo en la prevención, denunciando situaciones que nos parezcan irregulares, en donde puedan estar en peligro la vida y la libertad de personas, sean nacionales o extranjeros.

Si bien hemos mencionado que algunos factores socioeconómicos aumentan la posibilidad de que ciertos grupos caigan en redes de trata, lo cierto es que cualquiera de nosotros podría ser víctima de trata; basta con que el tratante conozca dos aspectos: nuestras vulnerabilidades y nuestros sueños.

Costa Rica es un país que siempre ha levantado la bandera de los derechos humanos. No podemos ser tibios ante esta situación. Debemos combatir enérgicamente este flagelo redoblando esfuerzos y creando conciencia mediante la educación en general y la capacitación de funcionarios públicos en particular.

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