Resignificar el Trabajo
Inés Revuelta Sánchez [email protected] | Jueves 01 mayo, 2025

El 1 de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajo y precisamente, nos encontramos en un momento que requiere de una profunda y sentida reflexión en torno a la represión y muerte que sufrieron y sufren muchas personas en el mundo en espacios laborales indignos y esclavizados. Hoy día, en pleno 2025, persisten serias desigualdades en el mundo que afectan a mujeres, niñas, niños y jóvenes. Pero también tenemos millones de hombres precarizados por condiciones laborales extremas, laborando hasta de 14 y 16 horas al día con salarios que no superan los $5 dólares.
De ahí que en nuestro caso, como país, aún tenemos dos serias tareas pendientes, a saber:
1. Fortalecer la política de trabajo digno, equitativo y diverso para todas las personas habitantes. El trabajo dignifica cuando su prestación se da bajo el marco de la legislación y con retribución económica que conduzca a las personas a una vida digna para ellas y sus familias. Pero, además, no puede excluir poblaciones históricamente discriminadas como las mujeres y las odiosas brechas salariales que persisten en la actualidad. Asimismo, las personas jóvenes explotadas por contar con poca o ninguna experiencia, así como las personas vulnerables por sus bajos niveles de conocimiento o las personas mayores que son discriminadas por su edad. Caso aparte, merece una marcada atención las serias discriminaciones que existen contra las personas diversas sexualmente, quienes, como las personas transgénero, son excluidas y repelidas de espacios laborales formales. Ninguna persona debe ser vulnerada en el derecho al trabajo.
2. Resignificar el trabajo como una forma de realización personal y un vínculo con el desarrollo humano. Para ello, el trabajo debe cumplir con aportarnos como humanidad, un propósito de vida y una forma de contribuir dignamente con el crecimiento personal. Debe además, construir espacios libres de todas las formas de violencias, estimular la creatividad, el crecimiento personal e intelectual y redefinir lo que la humanidad ha conceptualizado como el éxito. Cada ser humano en su contexto puede resignificar el trabajo como una manera de convivencia social estimulante y realizadora.
El Estado no debe abandonar la enorme responsabilidad que tiene de ofrecer condiciones justas, equitativas e inclusivas para que todas las personas mejoren sus condiciones de vida a través de la autonomía de sus ingresos. Eso se logra, facilitando, estimulando y ofreciendo recursos para el emprendimiento, la incubación de pequeñas y medianas empresas y la atracción de inversión directa.
De igual forma, se deben apalancar las políticas sociales y económicas en las áreas de la educación, tecnificación, infraestructura y financiamiento, para que acompañen el desarrollo humano integral.
Ante las inminentes transformaciones que vive la sociedad con las nuevas tecnologías de la información y la inteligencia artificial, el trabajo recobra sentido en el contexto de una sociedad solidaria, que redistribuye la riqueza de forma equitativa y se asienta en los valores y principios propiciadores de su identidad.