¿Será gastar más y asumir mayores deudas la solución a la crisis?
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 03 julio, 2020
Sinceramente
En estos días algún grupo universitario de convicciones Keynesianas ha señalado que para salir de esta crisis económica “se hace indispensable introducir una fuerza positiva y un empuje ascendente, que frene el derrumbe, y eventualmente, lo revierta.” “eso solo puede surgir del sector público...” Concluyen estos pensadores económicos que “las políticas de austeridad fiscal, aparte de las dañinas consecuencias económicas y sociales que tienen, son, desde el punto de vista económico, un arma de doble filo.”
La política fiscal es y ha sido expansiva por años. Desde que en los dos primeros años de la segunda administración de don Oscar Arias se generó un superávit, el déficit fiscal, el gastar más mucho más que los ingresos fiscales ha sido una constante. En la pasada administración se generó el mayor déficit fiscal de la historia reciente de Costa Rica y el hueco de 900 mil millones es un recuerdo imborrable de esa política fiscal expansiva. La presente administración no ha sido austera de manera alguna y un crecido déficit fiscal se ha sostenido continua y crecientemente.
Es trascendental recordar que el presupuesto nacional de los poderes públicos está financiado tan solo en poco más de la mitad por ingresos tributarios. Año tras año casi la mitad de los gastos de gobierno se han financiado con deuda pública, o sea con préstamos y más préstamos. ¿No es esta una política fiscal expansiva? ¿Hay alguien que considere esta política fiscal de austeridad? ¿A cuánto debe de llegar el déficit fiscal para que sea la “fuerza positiva y un empuje ascendente” que los universitarios han sugerido?
En la actualidad es impensable gravar con más impuestos al consumo, los salarios, las ganancias o las propiedades de los contribuyentes sin aplastarlos y generar las más diversas y adversas reacciones económicas y sociales. Si se aumentan los impuestos se aumentará la informalidad de la economía que ronda ya el 50% en el país.
Por estar llegando al tope del endeudamiento estatal y por financiarse el casi 50% del presupuesto con préstamos, si se agota la capacidad de pago del gobierno, si se agota el flujo de caja o la posibilidad de que los ingresos tributarios paguen siquiera los intereses de los préstamos, el país iría a un cesación de pagos o “default”, a la suspensión del servicio de la deuda lo que haría desembocar a Costa Rica en el escenario ominoso de no poder pagar con impuestos más que la mitad del presupuesto nacional. ¿Qué haría el gobierno entonces para evadir la austeridad fiscal que los universitarios rechazan? ¿Emitir inorgánicamente? ¿Devaluar el colón aceleradamente?
No pueden olvidar ni ocultar a los costarricenses las autoridades económicas del país que ya los intereses pagados por la deuda montan un 40% de los ingresos tributarios de Costa Rica y que todos los ingresos tributarios apenas alcanzan para pagar cerca de la mitad del presupuesto nacional.
La economía ha sido sobre estimulada al máximo. No existe ni por asomo una política de austeridad fiscal en la actualidad. Sin perjuicio de ello coincido con los universitarios que la solución está en manos del estado. El estado ha creado esta situación de desequilibrio máximo fiscal, este sobre endeudamiento y con el cierre de la economía ha generado, claro está, la recesión que vivimos.
¿Quién endeudó al estado en una cifra de cerca del 70% del PIB? ¿Quién definió que la deuda era recurso sano y fresco sin considerar la capacidad de pago del país? ¿Quién gasta el doble de sus ingresos tributarios? ¡Y aun así algunos consideran que la política fiscal seguida por el gobierno es de austeridad! ¿Cómo vamos a pagar o reducir esa deuda pública extranjera que nos asfixia?
No podemos soslayar el hecho de que seguir haciendo lo que en muchos gobiernos se ha hecho ha llevado al país a resultados adversos. La recomendación hecha por los universitarios, para remontar esos resultados adversos, es que debe de intensificarse lo hecho. Me parece que esa recomendación no es reflexiva de nuestra coyuntura ni prudente.
La solución no debe de enfocarse como un choque de ideologías, una lucha de poder o de más conocimiento sino de sentido común. Es urgente el desarrollo de una política fiscal prudente.
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