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Viernes, 7 de febrero de 2025



COLUMNISTAS


Stato Quo

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 07 febrero, 2025


El stato quo de cualquier gobierno que desea avanzar hacia el futuro debe de renovarse, debe variar, debe adaptarse a las condiciones presentes y futuras de la sociedad. No es posible siquiera imaginar que leyes, instituciones y todas las normas constitucionales en un país puedan mantenerse estáticas. Costa Rica no es excepción a esta circunstancia, ninguna nación puede exceptuarse a la misma. El inmovilismo no es posible de conjugar con el avance y el progreso humano.

En el país desde hace ya algunos años hay señales manifiestas de inconformidad, de disgusto y de impotencia frente a la incapacidad de la clase política de encontrar formas de avanzar en los procesos de adaptación de nuestra institucionalidad a los tiempos presentes.

Costa Rica debe de hacer un esfuerzo sostenido y serio por lograr reformar la institucionalidad, leyes, y normas constitucionales que permitan al país avanzar hacia el desarrollo y hacia su futuro. No es posible la reforma del estado sin abandonar el stato quo. No es posible el equilibrio fiscal sin reformar las leyes que generan los gastos automáticos del gobierno y de sus instituciones. No es posible avanzar sin lograr una buena transformación del estado de cosas presente para construir el mundo del mañana.

Muchos de los que expresan insatisfacción en redes y algunos foros no han podido puntualizar qué es lo que creen que debería cambiarse o cómo debería hacer el país para ello. Ocurrencias hay muchas. A algunos se les ocurrió que una solución al cambio del stato quo es acabar con el control previo al que la Contraloría General de la República sujeta al aparato estatal. En momentos en los que la corrupción repunta el aflojar controles no pareciera lo más adecuado. Otros desean la simplificación de la tramitología, pero no logran dar por entero con los cuellos de botella necesarios de extirpar. Don Francisco Gamboa, quien renunciara hace unos días y quien a mi juicio es uno de los mejores ministros que haya tenido este gobierno, logró detectar muchos y eliminarlos o paliarlos. Pero muchas personas se muestran insatisfechas con la labor de simplificación ya que reduce la acción de gobierno en el control de las operaciones de aduanas, importaciones, muelles, aeropuertos y trámites que muchos juzgan importantes como los registros sanitarios. En el fondo hay una discrepancia entre quienes desean más estado y más control de un estado grande y de comando con quienes creemos que esa figura es del pasado y que no se sostiene hacia futuro.

Algunos costarricenses señalan la importancia de cambiar la constitución, pero no atinan a señalar los cambios que son menester. Exclaman que el país requiere de una nueva constitución, que ésta de 1949 ya está muy vieja, aunque la constitución de los Estados Unidos promulgada un 17 de setiembre de 1787 y la de la Gran Bretaña del 15 de julio de 1215 cuando fue sancionada son ejemplo de estabilidad y permanencia mayores, pero no han logrado articular los cambios que sería necesario hacerle a la nuestra. ¿Restablecemos el ejército? ¿Eliminamos el TSE o el Servicio Civil? ¿Cambiamos la Asamblea Legislativa introduciendo un senado de la República y un congreso de los diputados? ¿Cambiamos el presidencialismo por un parlamentarismo? ¿Eliminamos las instituciones autónomas? ¿Cuáles cambios son necesarios en el Poder Judicial tan criticado continuamente? ¿Cambiamos la forma de elección de magistrados? ¿Variamos el plazo de nombramiento y término de su reelección? Muchos sugieren variaciones, pero no miden las consecuencias de las mismas. Muchos solo piden transformaciones, pero no han contemplado que algunas de ellos nos llevarían al pasado y no al futuro. Seamos serios y presentemos nuestras ideas escritas y meditadas para sostener una madura y provechosa discusión nacional.

Creo que aparte de dejar los pleitos, las descalificaciones y los insultos, es menester asumir estos asuntos con la seriedad debida a asuntos graves del futuro nacional. El país y su dirigencia política deben de estudiar las posibles reformas constitucionales y legales del país y hacer públicas las reformas con la seriedad y con la técnica legal requeridas por esta trascendental tarea que tiene por delante Costa Rica.

Hay que dejar de escuchar desagradables exclamaciones e incluso mentiras en algunas diputadas y diputados para poder concentrarnos en lo fundamental, la construcción de nuestro país hacia futuro. Hay que dejar la continuada campaña política que nada ha dejado y centrar nuestras fuerzas, nuestras luces y nuestra discusión nacional en las reformas que debemos implementar para mejorar a Costa Rica. El insulto y la agresión no construyen.

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