Teletrabajo
Marcello Pignataro [email protected] | Lunes 25 agosto, 2008

Marcello Pignataro

Empezando por el ahorro de combustible, que me ha permitido llenar el tanque del carro tres días después de que “le tocaba”, obtengo ahí mismo una ganancia aproximada del 20% en mi consumo mensual. Contrasta sustancialmente con el 1,2% que se ha ahorrado el país pero que se ha debido, en gran parte, a la falta de conciencia de los conductores que, lejos de dejar su vehículo parqueado en casa, buscan llegar a sus sitios de trabajo por rutas más largas, con el consiguiente consumo adicional.
La restricción vehicular pasa por la conciencia de cada uno de nosotros y no necesariamente por el decreto que nos obliga a no circular por determinada zona durante un horario específico.
Volviendo al teletrabajo: las facilidades de comunicación existentes permiten hacer prácticamente las mismas labores en la casa que en la oficina. La diferencia —por lo menos en mi caso— radica en que no recibo cientos de llamadas al día, no tengo que desatender lo que estoy haciendo para firmar órdenes de compra, solicitudes de cheque, cheques y cuanta papelería la burocracia privada, en general, ha inventado a lo largo de los años.
La vista desde mi “oficina” en la casa es el cerro La Carpintera que, en su majestuosidad, inspira y transmite paz y tranquilidad. Nada más bonito que tener un paisaje agradable a la vista mientras se trabaja o se realiza cualquier actividad. Como que es un complemento ideal.
Seguidamente tengo el ahorro en lo que se refiere a alimentación. Generalmente, por el trajín laboral en que vivimos, las situaciones nos obligan a ingerir nuestros alimentos fuera del hogar, ya sea en sitios de comida rápida o en otros no tan saludables como la cocina misma de la casa. En este sentido el ahorro es doble: no gasto en almuerzos ni comidas fuera y como más saludablemente que cualquier otro día entre semana.
El teletrabajo, lamentablemente, no es para todos. No solo influye el tipo de labor que cada uno realiza, sino que se debe tener cierto grado de disciplina para cumplir con las labores diarias y no tomárselo como un día de vacaciones o —en el mejor de los casos— como un día laboral más corto que los demás.
Igual me ha tocado “salir” más tarde de la oficina — aunque me encuentre en mi casa— y trabajar más allá del horario establecido. La ventaja radica en que el cansancio habitual que se siente al final del día — luego del trajín laboral y trasladarse de regreso a casa — es diferente.
A todos aquellos que lo puedan hacer, se lo recomiendo. A las empresas que estén pensando implementarlo, por lo menos analicen cuáles empleados lo pueden hacer e inicien un plan piloto. Los ahorros —para la empresa y el empleado— compensarán de sobra cualquier gasto en que se deba incurrir.
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