Dictadura, tiranía o democracia
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 29 noviembre, 2024
He escuchado y leído a diferentes personas hablar y discutir de la tiranía de setenta años en la que ha vivido el país. Consideran estas personas que el bipartidismo generó una tiranía y que todos los costarricenses nos hemos visto aplastados por ésta por años sin fin. Señalan cómo el PUSC y el PLN fueron instrumentos de esta tiranía y que sus leyes, proyectos y gobiernos lograron acuerdos entre ambos para poder ejercer el poder. Confunden quienes opinan que hemos vivido una tiranía a ésta con el principio democrático de que la mayoría decide.
La democracia consiste en parte en mecanismos de decisión en los cuales la mayoría del voto en las elecciones y subsecuente voto en la Asamblea Legislativa de las fracciones de diputados alcanza justamente esos acuerdos, leyes, y gobernanza. El acuerdo entre partidos no es algo que podamos señalar como inconveniente. Muy por el contrario, los acuerdos y el diálogo permanente entre fracciones de diputados es lógico, conveniente y recomendado. Solo mediante el diálogo se logra que unos y otros cedan sus posiciones por el bien común. Los acuerdos por mayoría y los diálogos para hacer que los proyectos sean de aceptación general no son dictadura ni tiranía, son democracia, pero la democracia para sobrevivir requiere ser más eficiente. La mayoría manda en democracia y eso no es tiranía.
El país debe de buscar elegir mejores diputados. De la calidad de los diputados, de su profesionalismo y de su capacidad dependerá el legislar mejor. La reelección continua de diputados haría que los mejores sean reelectos y los menos buenos sean desechados. Esa carrera parlamentaria deseable para la democracia y para el funcionamiento del parlamento es tema que debe de abordarse. Los diputados deben elegirse por nombre y apellido en distritos electorales. De igual manera deben presentarse a consideración de los costarricenses mejores candidatos a la presidencia de la república. Elegir personas sin conocimiento ni capacidad de gobernar lleva al estancamiento, ausencia de soluciones y perjuicio para el país.
Buscar concentrar el poder en el ejecutivo, buscar legislar por decreto prescindiendo del poder legislativo, desacreditar continuamente al poder legislativo y al judicial, atacarlos una y otra vez es la vía más rápida para desacreditar el sistema democrático y acabar con él. Ese si es síntoma de dictadura o tiranía. Atacar desacreditando desde la Asamblea Legislativa al poder ejecutivo o al poder judicial produce el mismo efecto.
Debemos entender la democracia y el funcionamiento del gobierno. Este está conformado por tres poderes no por uno. El gobierno está sujeto a la ley y la constitución y no puede hacer más que lo que la ley manda. Cuando uno de los tres poderes desea proponer una ley ésta debe de estar conforme a la constitución y los tratados internacionales supra constitucionales. Gobernar no es sencillo, proponer cambios tampoco, pero no es asunto de super hombres sino de gente preparada y conocedora de las reglas de gobernar en democracia.
¿Que vivimos en una tiranía? No es cierto, vivimos dentro de un sistema con reglas que debemos seguir. La democracia no es un sistema dentro del cual todos pueden hacer lo que quieren. En democracia los funcionarios públicos, así como los titulares de los poderes del estado solo pueden hacer lo que la ley manda. ¿Entonces vivimos bajo la tiranía de las leyes y la constitución? Sí, vivimos bajo las leyes y la constitución que pueden variarse para ajustarlas al paso del tiempo y a las nuevas circunstancias del desarrollo, aunque hay normas constitucionales pétreas que deben ser variadas solo por una Asamblea Constituyente. Eso no es tiranía, es ordenamiento jurídico.
¿Podemos concluir que todos los expresidentes condujeron un gobierno tiránico? No, antes bien por el contrario todos enfrentaron diferentes problemas y les dieron solución buena o mala alcanzando acuerdos con la oposición, actuando con los otros poderes de la república no en pleito sino en acuerdo. Esas soluciones pueden ser sujeto a cambio por los gobiernos posteriores.
¿Cuál es la salida a esta parálisis que vivimos, una revolución? No, por supuesto que no. Lo que se requiere es que se materialice una reforma profunda del estado y se actualicen las instituciones existentes. Hay muchas instituciones que cuestan muchísimo y que no producen lo suficiente. En el sector social hay muchas instituciones que pueden consolidarse en una. La función del estado no es emplear personas que no se necesitan y que consumen recursos que son indispensables para lograr un progreso social más armónico.
No vivimos ni hemos vivido una tiranía ni una dictadura. No tenemos afortunadamente presos de conciencia o presos políticos. No tenemos cárceles para los opositores al gobierno de turno. Hay alternabilidad en el gobierno en dos de tres poderes, Asamblea Legislativa y Poder Ejecutivo de sus titulares y de diputados y ministros. Es claro que el presidente no puede hacer cosas diferentes de las que la ley le faculta. No puede hacer el presidente nada más allá de lo que la constitución le faculta a hacer. Todos los presidentes de la república del siglo XX y del siglo XXI estuvieron igualmente sujetos a la constitución y las leyes. Es claro que se requiere más eficiencia en el sistema para reducir los tiempos de reacción y los plazos de respuesta a los problemas nacionales.
Menos pleito y más acuerdo. Menos insulto y más diálogo. Menos descalificaciones y más trabajo en conjunto se requieren en el país para hacerle caminar hacia adelante. Nunca se insulta primero para luego buscar acuerdos. Cambiar democracia por autoritarismo, prescindir de los grupos opositores para pasar leyes sin cambio alguno y sin tener que tomar opinión ni incorporar criterios ajenos, encarcelar personas por sospechas sin pruebas ni juicios no nos hará mejores sino peores, involucionando hacia formas no democráticas que los pueblos han ido superando.
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