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COLUMNISTAS


La lucha de las mujeres por el respeto a su dignidad no acaba

Lorena Clare Facio [email protected] | Martes 08 marzo, 2022


La barbarie vivida en Puerto Viejo por ataque sexuales contra mujeres dramatiza lo peor y lo mejor de la continuada lucha que hemos dado y seguimos dando para que se nos respete nuestra dignidad y nuestros derechos. Lo peor porque muestra que la violencia en contra nuestra campea en sus más brutales manifestaciones, así como lo hace en formas más sutiles de discriminarnos. Lo mejor porque la respuesta de las mujeres de la zona para repudiar y evitar la repetición de esos actos de salvajismo fue inmediata, espontánea y contundente.

Esos lamentables crímenes y la valiente respuesta confirman que la lucha contra la cultura y las instituciones del patriarcado debe continuar, pero no nos debe hacer olvidar todo lo que las mujeres hemos avanzado en las últimas décadas después de milenios de opresión machista.

El cambio más importante y de consecuencias más durables y constructivas para el bien de la humanidad es el alcanzado en el último siglo gracias a la lucha de las mujeres por la no discriminación, por el respeto a nuestra dignidad de personas libres e iguales en derechos a los hombres.

Por amor a nuestros hijos, por nuestra maravillosa vocación de ayudar a los demás, las mujeres por milenios sacrificamos nuestro propio bienestar y logramos la sobrevivencia de la humanidad con nuestra capacidad, nuestra dedicación, nuestro sacrificio.

Pero ante la injusticia indiscutible de la cultura patriarcal se levantaron las voces de mujeres en todos los rincones de la tierra.

A pesar de ello no se oyeron sus voces ni siquiera durante la Revolución por la Independencia de las 13 colonias que constituyeron los EEUU, ni tampoco durante la Revolución Francesa. La proclama de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de Olympe de Gauges no fue escuchada.

El 8 de marzo de 1857 salieron a las calles de Nueva York a protestar por las pésimas condiciones laborales en interminables jornadas miles de mujeres. Siguieron sin derecho a votar y sin regulaciones laborales humanas. La lucha continuó y el 28 de Febrero de 2009 fue Declarado el Día Internacional de la Mujer en Nueva York y en Chicago. En 1910 en Copenhague se proclama el Día Internacional de la Mujer para el mes de marzo. El 25 de marzo de 1911 mueren 123 mujeres durante un incendio en una fábrica de camisas en Nueva York. Es en 1975 que las NNUU proclaman el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

A pesar de la participación extraordinaria de las mujeres costarricenses en la Campaña Nacional de 1856, en la formación de nuestro sistema educativo, en la construcción de nuestra cultura solidaria y previsora, no es sino hasta 1949 cuando la lucha de nuestras sufragistas logra el derecho a voto para las mujeres.

Cuando apoyé a Miguel Angel en su carrera política para hacer que sus ideas de progreso y fraternidad pudieran expresarse en el gobierno, me dediqué a aprender de las mujeres de mi patria sobre sus sufrimientos y sus ilusiones, sus dificultades y sus anhelos, y tuve la dicha de que a lo largo de la patria me abrieran las puertas de sus casas, humildes ranchos campesinos, confortables casas citadinas, diminutos espacios en un tugurio.

De ahí surgió la determinación de hacer que los derechos políticos normativamente establecidos desde 1949 se hicieran realidad. Logramos en 1995 que en nuestro partido se establecieran por primera vez en el país acciones afirmativas con cuotas de participación femenina. Luego, unidas con mujeres de otros partidos logramos se establecieran las cuotas a nivel nacional, y su eficacia fue mejorando con nueva legislación y con interpretaciones de las leyes. Fue un inmenso cambio que originó el increíble aumento en el poder político de las mujeres. En 2002 Costa Rica era el país de América con mayor participación de mujeres en su Poder Legislativo, y uno de los primeros en el mundo en este campo. Ya no éramos solo recolectoras de datos para los censos partidarios, miembros de mesa y cocineras para alimentar a quienes participaban con su trabajo el día de las elecciones, sino que ya teníamos poder en los órganos partidarios y llegábamos a los Gobiernos Municipales, a la Asamblea Legislativa y a los Ministerios, Presidencias y Directivas de las Instituciones descentralizadas.

De las mujeres aprendí la injusticia del pobre tratamiento que recibíamos contra el cáncer de mama y cérvico uterino. Dimos la lucha transformando los métodos, creando el Laboratorio Nacional de Citología, promoviendo los exámenes de mama y papanicolaous y ahora Costa Rica es la nación con mayor tasa de sobrevivencia cinco años después de la detección del cáncer de cérvix.

Para evitar la injusticia de que las mujeres tuviesen que enfrentar sin la colaboración igualitaria del padre la educación y manutención de sus hijos rompimos con más de dos milenios del derecho de familia, y les dimos a las mujeres con la Ley de Paternidad Responsable el derecho de declarar quien es el padre de sus hijos nacidos fuera de matrimonio, siendo pioneros en el mundo y enseñando un camino a las demás naciones.

Muchos avances se han logrado. Después de años de lucha se logró la aprobación de leyes especiales en contra de la violencia contra las mujeres. Pero Puerto Viejo y sus valientes mujeres nos recuerdan que la lucha sigue: contra esa violencia sexual, contra el feminicidio, contra la discriminación laboral en salarios y en puestos de dirección, contra los prejuicios para que no participemos en vocaciones técnicas y científicas.

Esas valientes mujeres, y todas las costarricenses que, con su bondad y su capacidad, con su fuerza y su ternura enfrentan diariamente las dificultades, los abusos y las discriminaciones, nos muestran el camino para que con justicia construyamos una Costa Rica mejor y más justa.

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