La realidad muestra que la transición energética en el mundo se ha venido desacelerando
Roberto Dobles [email protected] | Lunes 19 febrero, 2024
1. El desbalance progresivo de los tres ejes del trilema energático
La realidad muestra que se ha venido dando un desbalance en los tres ejes fundamentales del llamado “Trilema Energético”, lo cual ha sido un factor clave en la desaceleración progresiva de la transición energética, hasta llegar actualmente a un estancamiento, como lo señalan varios estudios.
Los tres componentes básicos que conforman el trilema energético son los siguientes:
• Seguridad del suministro energético. Refleja la capacidad de un país para satisfacer la demanda de energía actual y futura de manera confiable, y resistir y recuperarse rápidamente de shocks del sistema con una interrupción mínima del suministro. Esta dimensión cubre la eficacia de la gestión de las fuentes de energía nacionales y externas, así como la confiabilidad y resiliencia de la infraestructura energética.
• Equidad energética. Refleja la capacidad de un país para proporcionar acceso universal a energía confiable, asequible en precios (“affordable”) y abundante para todos los usos.
• Sostenibilidad ambiental del sistema energético. Refleja la transición del sistema energético de un país para mitigar y evitar posibles daños ambientales e impactos relacionados con el cambio climático. Este eje se centra en la productividad y eficiencia de la generación, transmisión y distribución, la descarbonización y la calidad del aire.
La seguridad de suministro, la asequibilidad en precios (competitividad) y la sostenibilidad ambiental son hoy en día los tres impulsores clave (“key drivers”) de la transición energética en todo el mundo.
El trilema energético es un marco de referencia para potenciar la transición energética, el cual contiene tres ejes u opciones que se utilizan como guía en el diseño de políticas energéticas y que los responsables de estas políticas buscan equilibrar.
Un trilema es parecido a un dilema. En el caso de un dilema, generalmente se trata de una situación en la que es necesario elegir entre dos opciones diferentes, mientras que en el caso de un trilema se trata de una elección entre tres opciones diferentes que aparentan ser contradictorias entre sí, o que individualmente conducen a resultados distintos.
En el caso del trilema energético, las políticas de los países exitosos buscan balancear las tres opciones con el fin de avanzar eficaz y positivamente en la transición energética.
La desaceleración progresiva y estancamiento actual de la transición energética en el mundo se debe en gran medida a un desbalance que se ha venido creando entre los tres ejes u opciones del trilema energético, el cual ha favorecido las opciones de seguridad energética y de asequibilidad en precios (competitividad) y ha desfavorecido el eje de sostenibilidad ambiental.
La evolución complicada de la situación energética global y las volatilidades e incertidumbres geopolíticas han tenido gran influencia en crear este desbalance.
El desbalance que ha venido ocurriendo en favor de la seguridad energética y de la asequibilidad en precios (competitividad energética) es, en gran medida, es el resultado de decisiones que buscan evitar crisis energéticas por escasez de energía que puedan conducir a crisis económicas, sociales y políticas, los cuales son preocupaciones y factores más inmediatos que tienen los países.
Este desbalance ha sido también el resultado de una penetración lenta e insuficiente del mercado energético de las fuentes de energía bajas o nulas en carbono. Lo anterior a pesar del extraordinario crecimiento que han tenido la energía solar y la eólica en la generación eléctrica y los avances de la penetración de los vehículos eléctricos en el sector transporte.
Bajo el contexto mundial actual, los expertos internacionales estiman que, para evitar crisis energéticas, económicas y sociales de gran magnitud, las inversiones a nivel de la oferta y la demanda en las fuentes de energía existentes no renovables van a continuar hasta que las fuentes renovables de energía, y otras bajas en carbono, estén lo suficientemente desarrolladas para que puedan incidir más rápidamente en la demanda y la oferta energética mundial.
Para poder incidir más fuertemente en la penetración del mercado energético, las fuentes renovables, y otras bajas en emisiones de carbono, deben ser de bajo costo y abundantes para que puedan satisfacer cada vez más la creciente demanda mundial de energía.
Los estudios internacionales muestran que pasarán décadas hasta que las energías renovables y los combustibles sintéticos (basados en energías renovables) se hayan apoderado por completo de todos los sectores de la economía.
Uno de los problemas adicionales que se ha venido presentando en el mundo, y que ha incidido también el desbalance, es la inversión insuficiente que se ha estado dando en el desarrollo de todas las fuentes de energía, tanto renovables como no renovables, lo cual ha creado impactos importantes en las preocupaciones relacionadas con la seguridad energética y la asequibilidad en precios.
La subinversión en el sector energético que ha estado ocurriendo está agregando problemas a la transición energética relacionados con posibles desbalances en el futuro entre la oferta y la demanda de energía que podrían causar crisis energéticas, económicas y sociales por el surgimiento varios niveles de escasez energética.
2. Desaceleración y estancamiento actual de la transición energética en el mundo
Un estudio publicado por el World Economic Forum, titulado “Fostering Effective Energy Transition 2023”, que analizó la transición energética en 120 países, señaló lo siguiente:
• Después de una década de avances, la transición energética global se ha estancado en medio de la crisis energética global y las volatilidades geopolíticas.
• La reciente crisis energética es de alcance global debido a que las cadenas de suministro de energía están muy interconectadas. Sus características exigen un replanteamiento integral de la estrategia de seguridad energética frente a un panorama de muchos riesgos emergentes.
• A pesar del fuerte impulso que se le dado, la transición energética se ha está viendo desafiada por exigencias y preocupaciones de corto plazo.
• La transición energética se encuentra en un punto crítico de inflexión en medio de una serie de shocks con efectos agravantes.
• Si bien se han dado importantes avances en el mundo en materia de energías limpias y sostenibles, están surgiendo desafíos relacionados con la equidad de la transición (acceso a la energía justo y asequible en precios y desarrollo económico sostenible), lo que ha inducido a los países a modificar su enfoque de desarrollo energético hacia la seguridad energética.
• Las puntuaciones promedio globales de Índice de Transición Energética (ETI, por Energy Transition Index) aumentaron un 10% desde el 2014, pero mostraron solo un crecimiento marginal en los últimos tres años.
• La volatilidad del mercado energético, resultante de los acontecimientos macroeconómicos y geopolíticos de los últimos tres años, ha provocado shocks extremos de precios, exacerbando la pobreza energética y estancado el acceso asequible a la energía.
• Solo el 18% de los países en el 2023 equilibraron los imperativos del trilema energético.
• La equidad se ha visto comprometida a medida que la transición se centraba en políticas seguras y sostenibles.
• Los 10 principales países con el mejor desempeño en la transición energética representan sólo el 2% de las emisiones globales de CO2 procedentes del uso de combustibles fósiles y el 4% del suministro total de energía del mundo.
• La falta de un progreso consistente y equilibrado (en el trilema energético) pone de relieve el desafío que enfrentan muchos países mientras navegan por la transición energética.
Otro estudio, publicado por DNV (Det Norske Veritas) de Noruega, titulado “Energy Transition Outlook 2023”, concluyó lo siguiente:
• La transición energética parece estar estancada.
• Mientras que muchos proyectos de energías renovables están experimentando un aumento de costos, debido a las presiones inflacionarias y de la cadena de suministro, los altos precios del petróleo y el gas natural están impulsando un aumento de la exploración.
• La seguridad energética está pasando a ser una prioridad en la agenda de los países.
• La evolución geopolítica en los últimos 18 meses ha puesto la seguridad energética en la cima de las prioridades al centrarse la atención en la interrupción del suministro de energía y en los “shocks” de precios para los países importadores de energía.
• En todo el mundo, la energía producida localmente se está priorizando sobre las importaciones de energía.
• La energía de origen nacional es más difícil de alterar.
• El abastecimiento local de energía y de infraestructura energética está surgiendo como un objetivo nacional prominente.
• Muchos países están mirando la energía nuclear con renovado interés.
• Hasta el momento, las energías renovables han satisfecho parte de la demanda energética adicional del mundo, pero no toda.
• A nivel mundial, se están dando emisiones récord provenientes del consumo de energía fósil, las cuales están en camino de aumentar aún más en el 2024.
• Se prevé que la adopción de vehículos eléctricos y las instalaciones de energía solar fotovoltaica, ambas actualmente en niveles récord, continúen con fuerza.
• Se prevé que la producción de electricidad con energía solar y eólica se multiplicará por 13 para mediados de siglo.
• La electrificación se duplicará con creces de aquí al 2050, lo cual aportará nuevas eficiencias al sistema energético, y reducirá a largo plazo el costo por unidad de energía para los consumidores.
Sin embargo, un tema crítico es la rapidez con la que esto puede suceder, ya que la falta de redes eléctricas suficientes y de capacidades de la cadena de suministro de energías renovables emergen como obstáculos críticos para una transición energética más rápida.
3. Demanda mundial de petróleo en crecimiento
De acuerdo con el “Oil Market Report - December 2023”, publicado por la International Energy Agency (IEA), brazo energético de la OCDE, la situación con respecto a la demanda mundial de petróleo es la siguiente:
• La demanda mundial de petróleo va camino de aumentar 2,3 mb/d (millones de barriles por día) hasta 101,7 mb/d en 2023.
• El crecimiento de la oferta de petróleo de Estados Unidos sigue desafiando las expectativas, con una producción creciente que ya supera la marca de los 20 mb/d. Esto, combinado con una producción récord de Brasil y Guyana y junto con los crecientes flujos iraníes, elevará la producción mundial en 1,8 mb/d a 101,9 mb/d en 2023.
• Los países no pertenecientes a la OPEP+ impulsarán nuevamente los aumentos globales de la producción en el 2024, los cuales están proyectados en 1,2 mb/d después de que la OPEP+. profundizara sus recortes voluntarios de exportación de petróleo.
• El sentimiento del mercado petrolero se volvió decididamente bajista en noviembre y principios de diciembre, ya que la fortaleza de la oferta fuera de la OPEP+ coincidió con una desaceleración del crecimiento de la demanda mundial de petróleo.
• El desplazamiento de la oferta mundial de petróleo de productores clave del Medio Oriente hacia Estados Unidos y otros países de la cuenca del Atlántico, y el impacto dominante de China, con su próspero sector petroquímico en la demanda de petróleo, están impactando profundamente el comercio mundial de petróleo.
Otro artículo titulado “World oil demand next year to rise faster than expected, IEA says”, publicado por Reuters, December 14, 2023, señaló lo siguiente:
• La demanda mundial de petróleo aumentará más rápido de lo esperado el próximo año (2024), dijo la International Energy Agency (IEA), lo cual es una clara señal que las perspectivas de consumo de petróleo a corto plazo siguen siendo sólidas.
• A pesar de la mejora, todavía existe una brecha considerable entre la IEA, que representa a los países desarrollados, y el grupo de productores de la OPEP sobre las perspectivas de demanda para 2024. Ambos han chocado en los últimos años por cuestiones como la demanda a largo plazo y la necesidad de invertir en nuevos suministros.
• El consumo mundial de petróleo aumentará en 1,1 millones de barriles por día (bpd) en el 2024, de acuerdo con la IEA, lo cual es 130.000 bpd más que su pronóstico anterior, citando una mejora en las perspectivas para Estados Unidos y precios más bajos del petróleo.
• De acuerdo con la IEA, la revisión al alza para el 2024 refleja una perspectiva del PIB algo mejorada en comparación con otros informes anteriores.
• La caída de los precios del petróleo actúa como un impulso adicional al consumo.
Un artículo titulado “In first look at 2025, OPEC expects robust oil demand growth”, publicado por Reuters el 17 de enero del 2024, señaló lo siguiente:
• La OPEP prevé un aumento de la demanda mundial de petróleo de 1,85 mbpd (millones de barriles por día) en el 2025
• Se mantiene la previsión de crecimiento de la demanda mundial de petróleo para el 2024 en 2,25 mbpd.
• La OPEP mantuvo su pronóstico de un crecimiento relativamente fuerte de la demanda mundial de petróleo en el 2024 y dijo que en el 2025 se producirá un fuerte aumento en el uso de petróleo, liderado por China y el Medio Oriente.
• La OPEP dijo que la demanda mundial de petróleo aumentará en 1,85 millones de barriles por día en 2025 a 106,21 millones de bpd.
4. Conclusiones
La transición energética es un proceso necesario, pero es mucho más complejo y difícil de lo que muchas personas no expertas creen. Adicionalmente, tiene altos requerimientos de capital y muchas incertidumbres.
Los expertos estiman que este proceso de cambio será lento y que requerirá mucho más tiempo (décadas).
La transición energética es un proceso de cambio multidimensional (técnico, económico, financiero, fiscal, social, ambiental, etc.) muy complejo y difícil debido, entre otras cosas, a los múltiples factores externos que intervienen, y cuya evolución es muchas veces impredecible.
Una transición energética exitosa debe evitar crisis energéticas (y económicas y sociales) y debe contener un balance adecuado entre los múltiples factores e incertidumbres que intervienen, por lo que su desarrollo debe planearse e implementarse de manera muy estratégica y con alta resiliencia a los eventos externos.
Para que un sistema energético funcione apropiadamente, éste debe operar con suministros de energía abundantes, con costos bajos, con aceptación social y con bajas emisiones al ambiente.
La transición energética es un proceso muy vasto, difícil y complejo en el cual pueden surgir una gran cantidad de eventos potenciales imprevistos, los cuales pueden crear nuevas crisis energéticas, para las cuales los países se están preparando desde ahora.
Como bien lo señala un estudio titulado “The rise of renewables and energy transition”, publicado por el Oxford Institute for Energy Studies de la Universidad de Oxford, la descarbonización, la transición energética, la seguridad energética y la competitividad energética son procesos fuertemente interrelacionados que “van más allá del simple reemplazo de una fuente de energía por otra”.
Entre muchas otras cosas, este estudio hace énfasis en que, en esencia, la transición energética implica cambios en tres dimensiones interrelacionadas:
(i) Los elementos tangibles del sistema energético, que incluyen las tecnologías, la infraestructura, el mercado, los equipos de producción, los patrones de consumo y las cadenas de distribución;
(ii) Los actores y su conducta, que incluyen las nuevas estrategias y los patrones de inversión, así como el cambio de las coaliciones y las capacidades de los actores; y
(iii) Los regímenes sociotécnicos que contienen las regulaciones, las políticas formales y las instituciones, así como la mentalidad y las creencias de la gente y las opiniones sobre la normalidad y las prácticas sociales.
Si la situación energética mundial se agrava (incluyendo la relativa escasez de energías renovables y no renovables que ha venido ocurriendo), los países podrían verse obligados a reconsiderar aún más el enfoque de sus objetivos climáticos.
Esto crearía un desbalance mayor en el trilema energético con respecto al desbalance actual, lo cual impactaría aún más de manera negativa la transición energética y agravaría todavía más la crisis climática en todo el mundo.
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