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¿Negar la democracia?

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 27 julio, 2016


No entiendo cómo la negación del debate, puede generar más democracia


Hablando Claro
 

¿Negar la democracia?


Hoy más que nunca, es evidentísimo lo irreal que resulta pretender la democracia como un sistema acabado de acuerdos. Las sociedades se entienden como expresión de múltiples contradicciones e intereses que pujan por alcanzar sus muchas aspiraciones y en esas búsquedas, naturales fricciones se contraponen permanentemente. Para eso, las reglas del estado de derecho nos establecen límites dentro de los cuales relacionarnos. Pero naturalmente no todo se refiere en la convivencia a normas legales. Hay otros límites de mero ejercicio de ciudadanía que debemos observar porque de lo contrario, nos perdemos el respeto y con ello, nos negamos los derechos que decimos defender.
El Bloque Unitario Sindical Social Costarricense de gremios médicos y magisteriales ha desplegado millonarios recursos económicos (aunque muy limitados de estrategia preclara) en una campaña de amedrentamiento contra el diputado Mario Redondo por su iniciativa para derogar el beneficio extra salarial del enganche médico que 34 años atrás —hincado por una huelga de galenos que duró más de un mes— aprobó el entonces presidente Luis Alberto Monge. Lo de Redondo es la prueba de la estrategia de coacción y luego seguirían otros legisladores. El bloque parece migrar de su tesis inicial de amenazar con la paralización nacional si el Congreso avanza con la discusión y eventual aprobación de asuntos relacionados con empleo público y más bien se inclina ahora por la peligrosa táctica del acallamiento personal. Claro que tácticas de postergación hay muchas y variadas. Sin ir más allá de Cuesta de Moras, un grupo de diputados de gran poder impide que avance cualquiera de los proyectos también postergados de derechos humanos, so pena de que otros asuntos, tampoco puedan ser votados. Finalmente, y solo para mostrar tres ejemplos, la bancada del propio partido de gobierno le acaba de enviar una misiva al titular de Comercio Exterior que en pocas palabras le notifica que si quiere seguir siendo parte del gabinete, se abstenga de hacer cualquier alusión entusiasta acerca de la eventual adhesión de Costa Rica a la Alianza del Pacífico.
Aunque pudiera argumentarse que no es lo mismo una advertencia que la otra, todas persiguen el mismo propósito: inhibir, limitar, coartar el debate público en democracia. Y una se pregunta: ¿cómo decide una sociedad democrática si quiere o no mantener la ley determinada en sus presupuestos públicos o si desea o no pertenecer a un club de mercados abiertos, si no puede discutir y deliberar al respecto?
No entiendo cómo la negación del debate, puede generar más democracia. Y por ello, coincido con el diputado Carlos Arguedas cuando alerta sobre los peligros de conculcar los valores democráticos, “en un mundo tan convulso y con tanta violencia… debemos todos… advertir los riesgos del uso excesivo de mecanismos de participación más allá de los límites del ejercicio legítimo de los derechos, porque de lo contrario, podríamos dar al traste con una colectividad libre y una colectividad democrática”.

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