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Una triste historia y réplica a don Beto

Humberto Pacheco [email protected] | Martes 18 febrero, 2014


Reiterar que la historia de Latinoamérica está llena de dictaduras sangrientas de derecha e izquierda es redundante


TROTANDO MUNDOS

Una triste historia y réplica a don Beto

“La noche en que mataron a Arturo Velázquez” nos emocionó. Escrita con gran sensibilidad, en particular nos tocó las fibras la frase del colega Jaime Robleto cuando dice, refiriéndose primero a Nicaragua, “… mis afectos permanecen intactos, pero mi mentalidad es costarricense, al igual que mi gratitud y mi sincera valoración de nunca dar por sentado que la democracia es algo gratis, sino que es preciada y debe ser amada como a una mujer virtuosa”.
Muchas veces hemos afirmado lo mismo sobre la democracia sin poder decirlo tan bien. Los que no votan teniendo derecho y obligación de hacerlo, ofenden a esa mujer.
Rememora don Jaime una época nefasta, que vivimos, en la que Nicaragua era la finca de los Somoza, déspotas a quienes no temblaba el pulso para eliminar un contrario “incómodo”. “Los echan al Volcán Negro”, decía la leyenda, y a fe que desaparecían de tal manera que era dable creerlo.
Reiterar que la historia de Latinoamérica está llena de dictaduras sangrientas de derecha e izquierda es redundante. Don Pepe Figueres soñaba con que algún día todos nuestros países fueran democracias, sueño que, en el otoño de nuestra vida, la experiencia nos dicta que no va a suceder en un futuro cercano.
De que tengamos memoria, los sátrapas de la feudal historia latinoamericana son, en la derecha, Fulgencio Batista de Cuba, los Somoza de Nicaragua, Rafael Leonidas Trujillo de República Dominicana, Marcos Pérez Jiménez de Venezuela, Gustavo Rojas Pinilla de Colombia y Augusto Pinochet de Chile. En la extrema izquierda destacan los hermanos Fidel y Raúl Castro de Cuba, Hugo Chaves de Venezuela- sucedido en herencia nefasta por Nicolás Maduro- Daniel Ortega de Nicaragua, que no tiene escrúpulos en pactar con un delincuente condenado de la derecha somocista para perpetuarse en el poder, Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador.
La historia nos muestra varios políticos venezolanos que, para evitar la cárcel, se exiliaron en Costa Rica en las épocas dictatoriales de su país. Aquí les brindamos hospitalidad y mamaron democracia, pero no se llevaron nada sobre devolverle algo a su país. Al regresar a su patria se dedicaron a enriquecerse. Finalmente, el pueblo se aburrió y decidió probar, primero a Chaves, un sargentón, y luego a Maduro, un camionero.
Estos dos- nada nuevo en política- llegaron con un apetito aún más voraz y por un momento lograron paquetear a su pueblo de que le iban a mejorar su condición. Lo que han logrado, entre aventuras internacionales diseñadas a hacerse poderosos y engordar sus cuentas extranjeras, es quebrarlo al punto de que ni papel higiénico hay.
¿Que dirán ahora las amantes de Chaves y Maduro ante la reciente masacre de estudiantes universitarios? Como que están muy calladas.
Pasando la página, nos incluimos entre los amonestados por don Beto Cañas por proponer que los candidatos den a conocer su gabinete antes de la elección. Argumenta nuestro querido amigo que eso nunca antes se ha dado en Costa Rica, ni en ningún país que él conozca y va contra la estrategia de los políticos.
¿Y que importa? Me interesa mi patria, no los políticos que la pretenden. No hay razón para dejar de innovar porque algo nunca antes se haya hecho. En la horrible necesidad de transparencia que tiene este país, sería apostar a la democracia.
No hay porque temer la transparencia. Lo contrario es ocultar las cartas al pueblo, mal augurio.

Humberto Pacheco A.
[email protected]

 

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