El Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 23 diciembre, 2024
La humanidad del hijo de Dios necesitó de un padre que proveyera por Él y lo protegiera. San José es el padre que nos da ejemplo a todos.
No fue una tarea fácil, ni pasa desapercibida. En la austeridad de los evangelios José resalta por su valiente aceptación de la misión que Dios le encomienda.
“Este fue el principio de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla. Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» … Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús.”
No viene el Arcángel a pedir su aceptación como a María, ni como ocurrió para contar el milagroso nacimiento a los pastores apareció el ángel y una multitud de seres celestiales.
No, fue solo en un sueño. Y eso bastó para que José aceptara la difícil misión de ser padre en la tierra para el Hijo de Dios.
Tuvo que emprender el camino a Belén y hallar un establo para que María diera a luz al Niñito Dios.
José cuida y provee por el Niñito y María. Con el Niñito y su madre oye las alabanzas y los avisos de sufrimiento que les aguarda cuando junto con María presenta el Niño al Templo para su purificación, cumpliendo con la ley de Moisés.
Cuando al Niñito Dios lo amenazó la maldad de Herodes no vaciló José en asumir la responsabilidad de salvarlo. Y José toma al Niñito y a la Virgen y emprende la dura gira hacia Egipto, sorteando a los esbirros del rey que quiere matar al niño. Huye con el Niñito y la Virgen Madre como los migrantes contemporáneos que para salvar a sus hijos huyen con ellos enfrentando los peligros, las dificultades y los dolores de cruzar el Darién y buscar tierras más propicias para su familia.
“Después de marchar los Magos, el Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.» José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes.”
En Nazareth José enseña su oficio de carpintero al Niñito Dios que se va convirtiendo en el Adulto Dios. “El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él.”
José enseña al Niñito Dios a cumplir con las leyes de Dios. “Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús cumplió los doce años, subió también con ellos a la fiesta, pues así había de ser. Al terminar los días de la fiesta regresaron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran. Seguros de que estaba con la caravana de vuelta, caminaron todo un día. Después se pusieron a buscarlo entre sus parientes y conocidos. Como no lo encontraran, volvieron a Jerusalén en su búsqueda. Al tercer día lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas.”
Después de encontrar a su hijo, José siguió siendo el padre proveedor de bienes, de afecto, de protección para Él y para María. “Jesús entonces regresó con ellos, llegando a Nazaret. Posteriormente siguió obedeciéndoles. Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón. Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres.”
Con la misma discreción y entrega con la que José es padre amoroso en la vida privada de Jesús, desaparece de escena en Su vida pública. La vida toda de José es cumplimiento del mandato de amor que con Su vida y Su prédica nos trajo el Niñito Dios cuyo nacimiento celebramos.
En la última cena, en su despedida de los apóstoles, Jesús llevo su mandamiento del amor a límites inimaginables: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos”. No es ni más ni menos que ser capaces de trasmitir el mismo infinito amor de Dios a nuestros semejantes.
Este es el mensaje de Navidad. Esta es la celebración de Navidad. Esta es la tarea que el Niñito Dios nos vino a revelar.
Pidamos a San José su intercesión para que nos amemos a pesar de las guerras y los crímenes que enlutan al mundo, en medio del desarraigo y la frustración que cunden, en este país polarizado y dividido. Así lo transformaremos.
Pidámosle a San José que sepamos aprovechar su ejemplo para que nos amemos unos a otros como a nosotros mismos, nos perdonemos siempre, amemos a nuestros enemigos, amemos a todos tal como Dios nos ama.
Feliz Navidad a todas las personas. Pido al Niñito Dios que abra nuestro corazón, el de todas y todos, al mensaje de amor que nos vino a traer. Qué hoy nazca en nuestro corazón como hace 20 siglos nació en Belén.
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