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COLUMNISTAS


Emprendimientos femeninos: más allá del financiamiento

Natalia Díaz [email protected] | Viernes 26 junio, 2020


Sabemos que durante la Cumbre del G-20, celebrada en Alemania en el año 2017, nació la Iniciativa de Financiamiento y Apoyo para las mujeres emprendedoras, conocido mundialmente como “WE.FI”, procurando su acceso al mercado, a las tecnologías, formación, trabajo en conjunto con el sector privado, mejora de leyes y políticas que promuevan u obstaculicen a empresas formadas o dirigidas por mujeres en los países en desarrollo.

Actualmente, esa iniciativa cuenta con cerca de 14 gobiernos que efectúan significativos aportes. Entre los asociados de WE-FI se cuentan 14 gobiernos donantes, 6 bancos multilaterales de desarrollo que ejecutan, y muchas organizaciones del sector privado que se ocupan de esta necesidad de empoderamiento económico de las mujeres, pues pese a constituir ellas un alto porcentaje de la población económica activa, continúa siendo muy bajo el porcentaje de emprendimiento femenino.

De forma complementaria, a los aspectos de financiamiento, nuestras reflexiones giran en torno a que se está tratando de abordar una mejora de la gran mayoría de los elementos esenciales para que estas asimetrías cedan espacio a una nueva concepción. Al tomar las categorías esenciales de aspiraciones y convicciones profundas de la sociedad como un todo, dejan de ser objeto de banderías políticas y mercancía electorera para convertirse en realidad.

En esta oportunidad, y partiendo de las premisas anteriores, como sociedad, estamos en deuda con el apoyo que debemos dar a los emprendimientos liderados por las mujeres, no como una actividad más dentro de una serie de programas, algunas veces no articulados entre sí, sino como aspiración de igualdad de oportunidades y dignidad.

De ahí, la imperiosa necesidad de aunar esfuerzos por parte de todos los sectores, público y privado, para conformar de forma armónica un entramado social más justo, que conlleva la sustitución del pensamiento automático por el pensamiento reflexivo.

Expresado de otra forma, esto implica un cambio de actitud, que no se rija solo por el razonamiento lineal (si hago esto, obtengo este resultado definido), sino que incorpore la dimensión humanitaria, entendida como “aquella que se refiere al bien del género humano”. Es decir, cambiar del egoísmo a la generosidad, de la rivalidad a la sana competencia.

A su vez, si el emprendimiento femenino pasa a ser una convicción basada en procura de lo justo, ello nos mueve a creer que los obstáculos serán menores, lo cual no es cierto, pues la actitud de desear fervientemente algo, no la convierte en realidad, dado lo imposible de predecir la conducta humana.

Una aspiración profunda no debe tenerse como equivalente a una aceptación unánime, sino a un respaldo para conseguir lo deseado, contando siempre con estereotipos que se oponen, pero, con la ilusión de que esta conducta sea de promoción de más mujeres emprendiendo proyectos, fundamentada en la incorporación igualitaria de todas aquellas que buscan iniciar su independencia económica, y no afincada en el egoísmo.

En el fondo es generosidad y respeto por la dignidad del ser humano como un todo, lo cual nos debe llevar a ver el problema más allá del simple financiamiento.

Atrevámonos a pensar y a actuar de forma diferente.


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