Perder la fe
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 31 enero, 2011
Perder la fe
Alguna vez lo escribí. Alguna vez lo dijimos muchos: cuando se pierde la fe en el poder judicial se perdió todo.
Sí, señores y señoras, muchos tal vez no todos porque hay quienes tienen una fe extraordinaria perdimos la fe en el Poder Ejecutivo hace muchos años. No sé si antes o después de perder la fe en el Legislativo. Lo pienso y no recuerdo. ¿Cuándo dejamos de creer en los presidentes y su gabinete y cuándo en la mayoría de los diputados? No recuerdo. No he perdido la memoria es solo que la larga sucesión de Asambleas Legislativas cada vez más pobres en oratoria clara, discusión inteligente y transparencia en sus decisiones, se mezcla con la no menos larga seguidilla de presidentes y ministros que gobiernan en su propio beneficio y en el de sus allegados.
Siempre hay sin lugar a dudas algún ministro y algún diputado que se destaca, que trabaja a conciencia, que intenta hacer las cosas bien. Pero son minoría.
A pesar de mi escepticismo he querido creer en la justicia a pesar de los pesares. He querido confiar en el Poder Judicial y lo he defendido ante los desplantes del poder. No ha sido fácil después que en un libro de memorias un personaje político contara cómo Oscar Arias ejerció presiones para que la Sala Cuarta aceptara la reelección.
Uno, ciudadano costarricense, por más ateo, escéptico o poco creyente que sea, quiere creer que el sistema electoral es perfecto, que eso nos distingue de todos los países democráticos. No es fácil mantener la fe luego de escuchar off the record a algunos ciudadanos que insisten que hubo fraude pequeño en las elecciones que le dieron el triunfo también pequeño a Oscar Arias sobre Ottón Solís.
Todos queremos creer que aunque nuestros presidentes aparentemente caigan en las redes de la corrupción, que a pesar que algunos diputados negocian sus votos para su beneficio personal, que aunque muchas de las instituciones del estado no sean confiables, el Poder Judicial es impoluto. Queremos pensar que hasta allí no ha llegado la influencia del poder político.
Pero bueno, ¿será así? ¿De verdad podemos los costarricenses mantener la fe en los tribunales de justicia y en quienes están a cargo de ellos? No pretendo generalizar: conozco muchos funcionarios impecables. ¿Serán suficientes? ¿Tendrán, ya no la convicción o la intención, sino el poder para luchar contra el poder?
Los últimos sucesos no probados aún asustan. Según el Fiscal General las llamadas de los políticos a altos funcionarios judiciales son frecuentes. Aunque al principio lo negó, el caballero que quiere ser presidente a toda costa y a pesar de tener cero en carisma, gracias al poder del Partido Liberación Nacional y a la debilidad de la oposición es muy posible que lo sea tuvo que admitir que llamó al actual Ministro de Seguridad en torno a una declaración indagatoria sobre el uso de unos fondos del Banco Interamericano de Desarrollo. Además utilizó la Asamblea Legislativa rodeado de casi todos los diputados de su partido para “explicar” sus acciones.
Está en manos del Poder Judicial devolvernos a todos los costarricenses este último reducto de fe. De lo contrario se habrá perdido todo.
Claudia Barrionuevo
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